OPINIóN
Actualizado 08/01/2014
Enrique de Santiago

Aún cargados de grasas, colesteroles, comilonas, licores en exceso, de fiesta y celebración, comienza el mes de los propósitos, el de "tengo que bajar esta tripa", "jolines qué cartucheras se me han puesto", "ahora dejo de fumar" ?, es el momento de hacer ejercicio, de rechazar vicios pasados, etc.; pero,? ya veremos.

También, algunos, por unas u otras circunstancias, hemos tenido que pasar por la sanidad pública, por las urgencias médicas, y, allí, hemos observado cómo había equipos de profesionales que realizaban su trabajo de forma ejemplar, con un buen trato, con exquisitos modos y con no pocos esfuerzos. Es verdad, con esperas desesperantes por el volumen de gente que en el servicio se encontraba pidiendo prestaciones, por los tiempos que precisan las pruebas para aportar resultados y la impaciencia del paciente; pero, en todo momento, atendidos con profesionalidad, sensibilidad ?aquel que la tiene, que no todos somos iguales-, con seriedad y sin escatimar esfuerzos.

Los medios no faltan, no escasean, ni se escatiman en pos de la prestación al paciente, si bien es cierto que, en algún momento, por errores de gestión y dirección, se producen pequeñas disfunciones que se superan por los profesionales con ganas, ilusión e imaginación que falta a las gerencias, lo que puede llegar a crear fricciones que, de ser evitadas, mejorarían el servicio.

Los recortes, la crisis, las reestructuraciones que a buen seguro se han producido en la sanidad, no son percibidas por los pacientes y usuarios por más que nos empeñemos en imputar los defectos a dicha situación, cuando o siempre se han producido o son debidas a fallas de gestión, pero no por falta de personal, medios o atención al ciudadano.

La austeridad no es mala pues si con ella seguimos teniendo una sanidad digna de ser exportada a cualquier parte del mundo, eso significa que no sólo somos los mejores, sino que podemos hacerlo sin derrochar el dinero de todos, lo que nos faltan son gerentes, directivos, profesionales de la gestión que, con sensibilidad, seriedad, coherencia y conocimiento, puedan hacernos llegar a la excelencia.

Entre tanto, quiero utilizar estas líneas para agradecer, de corazón, pública y sinceramente, a todo el servicio de urgencias, de todos sus días, su profesionalidad, sensibilidad, laboriosidad, esfuerzo y abnegación. Muchísimas gracias, y que no nos tengamos que volver a ver en el trabajo.

 

 

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