Exhaustos por las fiestas pasadas en las que, como siempre, nos excedimos en comidas bebidas y, sobre todo, gastos, el retorno a la cotidianidad nos impide recuperar las fuerzas perdidas y, sin descanso, volvemos a nuestro día a día.
Seguramente debido al ajetreo festivo, hubo eventos y noticias que pasaron junto a mí sin darles más importancia que la del simple vistazo a los titulares de SalamancaRTV mientras sorbía el primer café de la mañana. Ahora, con la calma propia de la rutina, recupero mentalmente algunas de aquellas noticias y vuelvo a releerlas, ahora con detenimiento, intentando fijarlas no solo en sus letras capitulares.
Me fijo en la noticia de la presentación del "Plan de Gestión de la Ciudad Vieja", publicada apenas un par de días antes de la vorágine navideña, quizá movido por el subconsciente de mi primer paseo junto a la Cerca Vieja recién recuperada en la Puerta de San Pablo, y mi primera impresión es de duda interrogante. ¿No será este plan como los anteriores, que en parte más o menos destacada no pasaron de los folios de su redacción?
Y vuelvo a recorrer, ahora mentalmente, ese trozo de muralla, más bien muro (que no es la de Ávila ni la de Lugo), que en su modestia es parte de la historia más lejana de nuestra ciudad, para perderme por ella y seguirla en su recorrido hacia el norte para retomarla en la Cuesta de Carvajal, abrazando los misterios de la Cueva, o marchar al oriente, bordeando la Cerca Nueva, allá donde aún tapada por casas y casitas se deja entrever su cresta almenada protegiendo ese Monte Olivete en el que predicara San Vicente de un lado y el "pozo de la nieve" del otro, hasta llegarme extramuros al Monasterio de Santa María de la Vega para admirar su claustro o, más allá, al Convento de Los Jerónimos y perderme en sus abovedadas naves.
¡Cuántas joyas aún ocultas encierra esta Ciudad Vieja! ¡Cuánto aún por poner en valor para vista de propios y extraños! Confío en que este "Plan de Gestión" considere todo ello.
¡Tengo que leerlo ya!