OPINIóN
Actualizado 02/01/2014
Víctor Hernández

Comenzar el año con alegría, y más en los tiempos que corren, es fundamental. Supongo que a nadie le habrá faltado una colección de música para estos días, ya sea por su propia elección, o bien porque no falta en bares, restaurantes, discotecas, etcétera. Las canciones que se eligen para estas fechas normalmente son divertidas para escapar un poco de los malos rollos y peores augurios. El sentido del humor, como digo, es imprescindible, y esto no es novedoso. A pesar de que a mucha gente la música clásica le parece seria, aburrida y algo pedante, esta semana en el Mirador Musical vamos a descubrir que los músicos también son/somos personas con ganas de pasarlo bien. En la historia de la música han sido muchos los compositores que han dejado patente su vis cómica. Uno de los grandes genios y bromistas musicales ha sido Franz Joseph Haydn. Este compositor, nacido en 1732, tenía un gran sentido del humor, hasta el punto de llegar a entretenerse con el rumor de su supuesta muerte. Sus anécdotas, y sobre todo sus bromas, han sido recogidas por los historiadores, pero, desde luego, es de destacar la inteligencia con que las ideaba. Centrándonos en el terreno musical, utilizaba multitud de recursos que han servido como punto de referencia para otros compositores posteriores. La forma de gastar bromas en su música o la capacidad de sorprender a través de ella la podemos ver a través de varios elementos, como la repetición, el cambio de velocidad, los movimientos mecánicos y ostinati, y los finales inesperados. Tiene entre sus obras algunas que no dejan duda de sus capacidades humorísticas. Composiciones como el Opus 33 nº2, más conocido como "La broma" o también obras como "La sorpresa" (en la que a mitad de camino incluye un tutti para despertar a todos aquellos que se hubieran quedado dormidos), "El reloj" o "Los adioses" (en el que los músicos iban abandonando paulatinamente el escenario), hacen de este compositor uno de los más gamberros del clasicismo. No cabe duda de que la música y la diversión no tienen por qué estar reñidas. Otro ejemplo lo vemos en el compositor italiano Rossini, nacido en 1792. Este genio de la música, que había triunfado con el Bel canto (recordemos que una de sus óperas más famosas fue "El barbero de Sevilla"), dejó bastantes momentos humorísticos tanto dentro como fuera de las composiciones musicales. Muy ofendido por las voces que desentonan y los fallos en las interpretaciones, compuso Duetto buffo di due Gatti. Según se cuenta, se inspiró en dos gatos que merodeaban por su ventana, y las sopranos que lo interpretan se basan en maullidos de gato para su interpretación vocal, lo que hace de la pieza una audición muy curiosa que, casi sin querer, provoca desde el esbozo de una sonrisa hasta la más jocosa carcajada. Espero que este artículo ayude a algunos de esos melómanos que habitualmente huyen de la música clásica a reconciliarse con ella.

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