OPINIóN
Actualizado 01/01/2014
Enrique de Santiago

Escribo estas líneas en el epílogo del año y con la mirada puesta en el futuro, ya muy próximo, 2014. Es cierto que hemos padecido, luchado, criticado, peleado, sufrido, aguantado, la incoherencia, la mentira, el engaño, la inconsistencia e incluso la estulticia de aquellos que, desde su miniatura intelectual, se consideran grandes divos, ilustres o, sencillamente, tocados por el dedo de Dios y pese a todo hemos sobrevivido, nos hemos hecho más fuertes, hemos sido felices y superado todas las pruebas.

Pero, la clave no está en el pasado, sino en el libro en blanco que se nos presenta cada vez que iniciamos un año nuevo, cada vez que tenemos la oportunidad de perseguir el primer puesto, de luchar por ser mejores, de buscar la excelencia, con la conciencia clara de que la vida no nos lo permitirá, o sí, y que lo importante es el esfuerzo diario por conseguir la meta, sea cuál sea el resultado.

Que ahora es el momento de los objetivos, y de la fuerza de voluntad, de señalar el futuro, los caminos por los que conseguirlo, y aceptar el esfuerzo que ello supone para que cuando lleguemos al final del año, como ahora, podamos decir que no hemos obtenido el primer puesto, o sí, pero hemos hecho todo lo preciso, hemos puesto toda la carne en el asador.

Es la hora de, con dolor, o sin él, superar las adherencias, de deshacerse de todo aquello que sólo supone una carga en la mochila, e iniciar una nueva ruta, un nuevo sendero con la maleta ligera y con la ilusión de todo lo nuevo para que, siendo tú mismo, siguiendo tu propio movimiento, sin abandonar todo aquello que has conseguido o merece la pena, realizar una redirección que te permita ser feliz, ser mejor y, sobre todo, hacer felices y mejores a los que te rodean, a los que se acercan a ti, con la conciencia clara de que no conseguirás agradar o satisfacer a todos, ni hacer felices a todos, pero que lo importante es ser coherente, sincero, humilde y cercano.

Tenemos que ser capaces de comprender que sólo juntos, en conjunto, con la fuerza de la unidad y buscando el bien de todos, podremos conseguir ser cabeza de león, superar los problemas y con respeto, sin prepotencias, sin egoísmos, sin soberbias limitativas y absurdas, sin rigorismos que encubren incapacidades o seriedades que nos impiden obtener lo que nos merecemos como personas, como ciudad, como Comunidad, como Nación.

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