El año 2013 toca a su fin, dentro de tres días le diremos adiós definitivamente y en este tiempo cada cual hace su balance de los trescientos sesenta y cinco transcurridos.
La pregunta siempre es la misma, ¿cómo nos ha tratado el año?, ¿cómo nos ha ido en lo laboral, en las relaciones, en la familia?, ¿qué hemos ganado y qué hemos perdido? Hacemos un somero resumen de aquellos acontecimientos -buenos, menos buenos y peores- que nos ha tocado vivir, al tiempo que nos prometemos intentar hacerlo mejor en el 2014.
También para las empresas es época de balances, la sección administrativa hierve de actividad, hay que cerrar el ejercicio, la cuenta de pérdidas y ganancias marcarán la actividad en los meses siguientes; de estos resultados dependen los impuestos a pagar o a compensar, ampliarán o reducirán actividad, repartirán o no dividendos.
Y cómo no, los mejores balances son los que protagonizan los partidos políticos, las ruedas de prensa se multiplican, todos quieren demostrar al gran público que son los mejores, los mejores alcaldes, concejales, procuradores, diputados, senadores? aunque no hayan dado golpe en todo el año. Pero hay que vender de la mejor manera lo que se ha hecho y lo que se ha dejado de hacer, aunque la mayoría lo hace de forma tan torpe que ganarían más si continuaran callados.
En cuanto a los que están en la oposición, sus balances son opuestos a los de los gobernantes, resaltan las acciones que se han hecho mal y las que se han dejado de hacer, destacando lo que hubieran hecho ellos si estuvieran del otro lado. Y todos, los de arriba y los de abajo, los del centro y las orillas, los del gobierno y la oposición, todos pretenden que creamos que en 2014 trabajarán mas y mejor para que el resto de los ciudadanos disfrutemos de mayor calidad de vida.
Lo malo es que, como todas las buenas intenciones que se prometen al finalizar el año viejo, se olvidan cuando comienza el nuevo.