El manejo adecuado del impulso sexual constituye en cualquier tiempo un reto educativo de primer orden. Son muchos los autores que encuentran en su inadecuado manejo gran variedad de patologías que se inician con el despertar hormonal y afectivo de nuestros adolescentes y que hoy nos afligen de forma epidémica.
La gratificación erótica sin límites compromete tanto la maduración de la personalidad como el funcionamiento de la sociedad (Parsons). Una tendencia fundamental no integrada constituye siempre un principio de neurosis. Escapando al control del yo constituye una amenaza capaz de absorber todo el hombre, de corroerle y devorarle.
Michel Foucault en El uso de los placeres defiende que tanto la alimentación, la bebida como sexo, están regidos por una ética que supone dominio y control de sí mismo: el régimen no prohíbe, equilibra. En La inquietud de sí, analiza al hombre libre como buscador de signos que conducen a la verdad. Cuando lo consigue se hace dueño de sí mismo. El placer es necesario pero sin que se convierta en voluptuosidad, de aquí el papel que el matrimonio juega en el estatuto de mayor igualdad y proximidad al hombre-mujer, capaz de convertir eros en personaje doméstico. En su última investigación, interrumpida por su muerte por sida en 1984, se analizaban las relaciones entre cristianismo y sexualidad y las consecuencias de un dios personal que invita a la renuncia de sí mismo.
A nuestra salud mental y emocional conviene una especie de reflejo ascensional del instinto hacia las fuentes inmateriales del ser, que se acompaña por un sentido de equilibrio, de paz y de plenitud interior, una especie de liberación respecto a servidumbres y disonancias de apetitos inferiores a modo de transparencia espontánea (López Ibor). La sustitución de la intención erótica tiene éxito en educación cuando se realiza a un nivel de intereses que corresponden a otro aspecto de la vida que satisface no aquéllos deseos, sino al individuo como persona total. Tal es el concepto de sublimación.
El placer es necesario pero sin que se convierta en voluptuosidad; de aquí el papel que el matrimonio juega en el estatuto de mayor igualdad y proximidad al hombre-mujer, capaz de convertir eros en personaje doméstico. Facilitemos a nuestros vástagos el encuentro con ese otro tipo de placeres, los superiores, fruto del conocimiento y desarrollo de personal que llevan a descubrir los mejores recursos culturales de nuestro tiempo, orientados al logro que conduce a la realización del propio talento. Talento y cultura así liberados permiten al joven afrontar el futuro con esa confianza y transparencia que tanto anhela.