El próximo 28 se celebra la matanza de los Santos Inocente. Recordamos que un día de hace ya muchísimos siglos, un rey de Judea, de nombre Herodes, dictó una terrible norma: la matanza de todos los niños menores de dos años. Objetivo: seguir manteniendo su poder real que creía amenazado por un varón recién nacido. La historia así contada nos parece de una crueldad extrema, propia de un tiempo en el que los poderosos gobernaban sin ningún límite. Se condena y hasta de nuestros belenes ha desaparecido la imaginería referente a este suceso por resultar excesivamente agresiva para los niños.
A mí esta fecha me trae a la memoria la imagen de miles de niños que condenamos (rectius, que condenan los poderosos del primer mundo) a vivir en una violencia cotidiana, desde su muerte por hambre, su explotación laboral (los niños esclavos) hasta su destrucción física y moral por ser el objeto del más bajo comercio del sexo. Y esta situación no es historia, sino realidad cotidiana que está sucediendo en este mismo momento en los países del Tercer Mundo. La muerte de niños por las causas y modos más crueles o su esclavitud laboral y sexual son noticias diarias en nuestros medios de información. Y, de tanto ver y oír, asumimos la violencia contra la infancia como algo habitual, que tiene que existir por las circunstancias económicas, las "leyes" del mercado y toda una legión de mentiras sin fin que tratan de justificar lo injustificable.
Pero seamos sinceros y reconozcamos que el último cuarto del pasado siglo y comienzos del presente las diferencias Norte-Sur se han desbocado. Los del Norte, con sus dificultades, siguen creciendo, mientras los países más depauperados del Sur no levantan ni les dejamos levantar la cabeza. Y la miseria engendra violencia y ésta dolor y sufrimiento que recae al final sobre los más débiles, los niños.
No quiero dejar fuera de mi reflexión la matanza de inocentes en el primer mundo. Lo llaman aborto. Se le puede dar otros nombres. Tengo un pacto con la vida: toda vida tiene que ser respetada, pues el primer derecho es, precisamente, el de la vida. En los países ricos del Norte no les dejamos ni siquiera decidir si quieren vivir o no, pues alguien decide por ellos justificándolo en unos motivos muy discutibles, y no estoy hablando de supuestos que se pueden justificar, sino de aquellos casos en que se roba una vida por comodidad, porque no es el momento, porque me estropeo la figura?.son nuestros santos inocentes producto de una sociedad materialista y utilitarista (utilizan los restos para cremas de belleza). Y lo llaman progreso.