OPINIóN
Actualizado 23/12/2013
Joaquín Merchán Bermejo

Pensaba escribir un cuento de Navidad, lo prometo, pero no creo que sea el momento de dormirnos con cuentos, que diría el poeta. Es hora de mantenernos despiertos, no hay tiempo para dormir. Cuando me lean habrá querido la sincronía del destino que sea Nochebuena, vísperas de Navidad. Escribo esta columna unos días antes y la escribo desde mi sitio preferido: donde la noche se pierde y las soledades se enlazan. A esta hora, en la que mucha gente duerme, desde la calma y el sosiego que el momento me regala, mi pensamiento y mis emociones viajan hacia la calle de la Desesperanza, sin número, donde habita la angustia, el miedo y la resignación de todos aquellos que se han visto zaheridos desde el año 2008 especialmente, por una mal llamada "crisis", a lo que se debió llamar desde el principio "expolio generalizado de un país" por unos "presuntos" delincuentes. A ellos, a todos los que están en esa calle, sufriendo de una lluvia intensa y fría que no merecen, y de la que no son culpables, que empapa su ropa y lo que es más doloroso y humillante, su dignidad, quiero dedicar mi columna de hoy. No les voy a desear feliz navidad, no puedo, sencillamente mi recuerdo para ellos en esta noche y para todas las noches restantes del año. Y no sólo basta el recuerdo, vengo a dejar mi compromiso real y diario con los todos los colectivos vulnerables. Sé que es poco, casi nada, pero ese poco quiero dejarlo escrito para que quede constancia. Dejo igualmente aquí, un "especial" Feliz Navidad, a los "hotros", que con su actitud corrupta han contribuido al dolor y al sufrimiento de los más necesitados, que son los que están pagando inmerecidamente sus crueles consecuencias. Espero y creo en la justicia, y no me estoy refiriendo a la del juicio final. Termino, después de mi desahogo, buenos días para todas las mujeres y hombres de bien de mi país.

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