La noticia de actualidad es la reforma de la ley del aborto que no cesa. De eso ya escribí y hablé hace treinta años en una mesa redonda de todos contra uno organizada por la Asociación de Padres ?entonces no era obligatorio el lenguaje de género: padres y madres, progenitoras y progenitores- del Instituto Fray Luís de León.
Alérgicos los todos a cualquier argumento filosófico y no digamos nada teológico, me apoyé en los apuntes de la asignatura de Anatomía humana de un alumno de Enfermería. Ya se explicaba entonces como un proceso continuo desde la fecundación del óvulo por el espermatozoide hasta el individuo adulto. Sucede que en la Modernidad no hay nada sagrado, pero si algo se le parece mucho eso es las categorías de proceso, desarrollo, evolución, progreso. Penúltimamente ?en Ciencia casi todo es penúltimo-, el descubrimiento y secuenciación del genoma humano profundiza más aún: lo que el adulto está llamado a ser está contenido ya en la carga genética del huevo o zigoto, a falta de la educación, lo que no es pequeña cosa.
Hace mucho que en Alemania se han puesto de acuerdo en qué deba ser la Educación; más recientemente, han limado diferencias también en Economía y Finanzas, en Política exterior, en Defensa y en cómo debe funcionar el estado de Bienestar. Socialdemócratas, democristianos y socialcristianos, en apenas tres meses, han conseguido formar una coalición de Gobierno.
¿Y qué pasa aquí? Socialistas y populares están de acuerdo en casi todo, con los lógicos matices, menos en Educación. Y los informes PISA, que tampoco son la panacea ni el oráculo de Delfos, siguen dejándonos por los suelos. Claro que, necesitando socialistas o populares una tercera fuerza que les apoye para gobernar, nacionalista por supuesto, difícil es tranquilizar el futuro del sistema educativo. Finlandia y Singapur siguen estando muy lejos. Incluso China está en otro continente educativo. A pesar de todo, Feliz Navidad.