No le falta razón al alcalde de Salamanca cuando dice que el Ayuntamiento quiere "tolerancia cero contra las pintadas". Y es que pasear por algunas zonas de la ciudad resulta cuanto menos malsano a los ojos de cualquiera, aunque, seguramente, los autores de semejantes esperpentos pensarán justo lo contrario, pero ya se sabe: de todo tiene que haber en la viña del señor.
Desconozco qué llevará a ésos, con perdón, "artistas de pacotilla", a ensuciar todo aquello que encuentran a su paso, pero sí se sabe que limpiar toda esa suciedad supone 93.000 euros al año, según los datos facilitados por el regidor municipal. Muchos miles de euros que, dada la que está cayendo, se podrían destinar a necesidades mucho más perentorias.
Ahora de lo que se trata es que las medidas disuasorias ?con cámaras de videovigilancia incluidas-, las multas ?de hasta 3.000 euros cuando las pintadas se realicen en edificios catalogados como Bien de Interés Cultural (BIC)- y las campañas de concienciación recogidas en el Plan Municipal de Actuación contra las Pintadas Vandálicas, recientemente presentado, tengan su efecto.
Qué duda cabe que, al menos sobre el papel, el problema podría estar casi resuelto teniendo en cuenta además que el documento contempla fomentar el graffiti pero de manera controlada y en colaboración con las asociaciones juveniles y vecinales. Para ello está previsto llevar a cabo una campaña de captación de muros para su decoración, un festival, así como charlas y curso para su aprendizaje.