El 31 de julio de 2013 recibimos una llamada comunicando que llevan varios días sin tener noticias de Juan Sánchez Málaga, varón de 75 años, mi tío Juan.
Cursamos la denuncia de la desaparición en Hervás y el dispositivo de búsqueda se pone en marcha; Guardia Civil, Protección Civil de Extremadura y el pueblo en masa comenzamos a recorrer todos los lugares frecuentados y también los más recónditos con la esperanza del encuentro en Baños de Montemayor.
El puchero estaba preparado para la comida y un billete de lotería de Navidad aguardando su suerte, van a hacer 4 meses, casi 120 días sin tener la más mínima noticia de por qué no está entre nosotros.
Apenas puedo pensar en ello, no puedo pensar en el dolor de mi padre, de mis tíos, de mis primas, ¿dónde está?, ¿qué le puede haber pasado?, su cara viene a mi mente serena y recia; persona querida por sus vecinos, todo el mundo le extraña.
La búsqueda en los montes, en el río, en el pantano, en las fincas y senderos no dio fruto, sin vestigio. Los buzos, los perros, los expertos en rastreo, acompañados por lugareños no cesaron en su empeño durante los primero días, hoy el tiempo ha pasado y parece que nada haya ocurrido salvo que Juanín no está.
La familia estamos agradecidos por el esfuerzo de todos, pero ello no palia el incesante runrún, el martilleo continúo sobre nuestros pensamientos y las eternas preguntas sin respuestas.
Hipótesis hay varias, certezas ninguna, no quiero perder la fe en el hombre, pero mi tío no se ha ido, alguien sabe y calla.
Es fácil hacerse a la idea de cómo se pueden sentir los padres de Marta, de Jéremi, casos que llevan tiempo sin solución, que copan aún hoy después de mucho tiempo portadas y titulares, pero los casos anónimos apenan tienen voz, hoy, la familia, suplicamos desorientados respuestas.
Querido tío Juan, ¡te seguimos esperando!