Contenedores quemados, sucursales bancarias destrozadas, gente vociferando en mitad de la noche, policías cargando? Esta era la maravillosa estampa que ofrecían los medios de comunicación en estas últimas semanas.
Un barrio burgalés, llamado Gamonal, se lanza a la calle como los del 2 de mayo, para quejarse de no sé qué bulevar. Los vecinos consideran que no es el momento, que es una obra faraónica en un tiempo de crisis, que el dinero no se puede malgastar en un proyecto que, de momento, no es imprescindible. Para ello, han causado destrozos urbanos, destrucción de la propiedad privada, movilización de cuerpos públicos (policía, bomberos) y, sobre todo y ante todo, han reventado la democracia.
Sí señores sí. La democracia está de luto y todo gracias a "los héroes" de Gamonal. Con la bajada de pantalones del primer edil, se ha demostrado que la turba manda. Que un conjunto de personas, dirigidos por un grupo de facinerosos profesionales que tienen hasta un manual de instrucciones para guerrillas urbanas, son capaces de cargarse un gobierno legítimamente constituido.
Los vecinos de Gamonal se sienten orgullosos porque creen que han conseguido su objetivo pero, con su acto violento, sólo han demostrado que hemos retrocedido social y democráticamente. Martin Luther King dijo: "La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve".
España, queramos o no, es una democracia representativa y no una democracia asamblearia. Ningún órgano de poder debe ceder a las presiones sociales violentas.
Hace muchos años ya, que este país está azotado por la violencia, estos de Gamonal me han recordado tiempos pasados, cuando el aire del norte traía aromas de muerte.
Por todo ello, para mí, los de Gamonal son intolerantes villanos que, sobre ellos, debería caer todo el peso de la Ley.