El otro día, paseando por determinada ciudad Castellana, pude comprobar cómo estaba una sociedad que padece la crisis pero que lleva intentando salir del ostracismo secular que la caracteriza y de la dificultad económica nacional y, lo más importante, lo está consiguiendo. Pocos días más tarde, en el informativo televisivo, se ponía de manifiesto que Madrid estaba perdiendo cuota de mercado frente a Barcelona y se refería a la falta de capacidad de venta madrileña, frente a una actuación conjunta, organizada y potente de comercialización de Barcelona.
A finales de los años 90, en Salamanca, se creó un proyecto común en el que estaban todos, en el que se involucró a la ciudad y a todas sus fuerzas vivas (la Junta de Castilla y León, Ayuntamiento, Diputación, empresarios, etc.), del que surgió lo que se llamó Consorcio Salamanca Emprende. Con él, se vendía Salamanca, se potenciaba Salamanca, se buscaban fondos, inversores y proyectos para Salamanca, un proyecto de todos, para todos y con la colaboración y esfuerzo de todos.
En esta tierra han funcionado mal los Consorcios, hemos sido demasiado personalistas y, algunos, han buscado, en demasía, el rédito personal y político; es más, es posible que el proyecto tuviese sus problemas, sus deficiencias y sus cuestionamientos; pero, la idea, no sólo no era mala, sino que podía servir para revitalizar, de forma definitiva, esta tierra charra. El final no fue nada edificante, nada grandioso y, además, poco revitalizador.
Hoy, en momentos de crisis, de penuria, de dificultad, sólo ideas que nos permitan unir esfuerzos, apoyarnos unos en otros, hacernos fuertes en la unión y buscar juntos caminos nuevos que explorar, nichos de mercado en los que profundizar y formas nuevas que nos faciliten el salir de la crisis, son las que precisamos, en las que tenemos que trabajar para aunar las voluntades que nos permitan el éxito colectivo, del que se derivará el éxito individual, superando los errores cometidos en el pasado, pero usando las experiencias que de ello se pueden extraer.
Es necesario, es preciso, es vital para no morir, para salir de la situación de estertores finales en la que nos encontramos, como ciudad, como provincia, como sociedad charra, un proyecto de unión que conforme una Entidad nueva en la que, todos juntos, busquemos la salida. Alfonso padeció el fin del Consorcio Salamanca Emprende, Pedro hubo de sufrir el sacrificio personal y las embestidas de su enterramiento, la Diputación aún rememora los momentos de gloria y penuria de dicho proyecto por lo que, todos ellos y nadie mejor que ellos, conscientes de sus deficiencias y de aquellas situaciones que dieron al traste con él, son los que mejor pueden volver a intentarlo, evitando los problemas conocidos, aunando la voluntad de todos y buscando una salida charra que se contempla como lejana, difícil y tortuosa.
La unión de todos, alejando el uso partidista del proyecto, dirigido por profesionales independientes, reconocido por un equipo derivado del sector económico, empresarial, político, social que, sometido a control, trasparencia, honradez, claridad y mérito, desarrolle una labor que permita que Salamanca tenga un motor económico, de gestión, con el que liderar la salida de la crisis y enfrentar el futuro con solidez.
Ya sé que hablar de trabajo colectivo en Salamanca es hablar del cielo en el infierno, pero necesitamos colaborar todos en una sola dirección y tenemos que aprender a conjugar los verbos en plural, ya que la alternativa es la sima más profunda, oscura e indeseable.Y, si nuestros políticos y dirigentes son incapaces de hacerlo, demos un paso, creemos un movimiento ciudadano y exijamos lo que nos merecemos, lo que necesitamos.