En estas fechas todos nos deseamos felicidad, es una buena manera de conmemorar la celebración del nacimiento de Jesús, que resumió su doctrina cuando dijo: "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado".
Han pasado 2.014 años y en estos momentos resulta muy necesaria esa doctrina de amor al prójimo.
El egoísmo es innato en las personas y en algunos casos llega a extremos inconcebibles. Ese ego, yo, limita tanto, que es un auténtico destructor de la sociedad; sólo se alcanza la grandeza, en la medida de ser capaces de dejar a un lado el yo y actuar a favor de todos los demás.
La filosofía que hoy impera en este mundo, no es precisamente la del amor al prójimo, y así estamos como estamos, pero siempre hay un punto de inflexión donde las tendencias cambian y vuelven a retomarse caminos que se creían perdidos.
Esta Europa en la que vivimos y a pesar de tantos defectos y barbaridades que se han cometido, a lo largo de su historia, su formación y desarrollo ha sido ideológicamente cristiano y es por ello, precisamente, por lo que se ha conseguido el nivel que se disfruta de derechos humanos; todavía falta mucho camino que recorrer y quizá sea el momento de retornar al humanismo cristiano de quienes pusieron las bases de la Unión Europea: Robert Schuman, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi y Jean Monnet.
FELIZ NAVIDAD y ese deseo de felicidad que se prolongue a través de los días ayudándonos unos a otros a conseguirlo.