Estábamos expectantes a la ley del aborto; y por fin "parió".
Después de leerla por encima, me doy cuenta de las similitudes que tiene con respecto a la ley del aborto de la época Aznarista, eliminando, casi por completo, las monstruosidades que plasmaron los socialistas de Zapatero.
Es curioso que tengan que ponerle personalidad jurídica a lo que es obvio, para que las mareas rojas no hagan zozobrar esta ley. "Nasciturus: (" el que va a nacer") es un término jurídico que designa al ser humano desde que esconcebido hasta su nacimiento".
Me sorprende que este ser humano, el que va a nacer, esté cargado de derechos como los hereditarios, pero carezca del derecho a la vida. El derecho a la vida es un valor que debería estar protegido por todos y cada uno de los que se hacen llamar personas, incluido el gobierno.
Me hace mucha gracia que se denomine al aborto "interrupción del embarazo". Es como si llamamos "interrupción de la vida" al asesinato. Parece mentira que las personas que más están a favor del aborto, o lo que llaman ellos: "capacidad de decisión de la mujer" o lo que llamamos algunos: "asesinato cruel de un inocente indefenso", suelen ser personas que dicen ser progresistas.
Ser progresistas, en mi opinión, es ser, entre otras muchas cosas, grandes defensores de la vida, del que no se puede defender por él mismo, del que no puede gritar para pedir auxilio; al fin y al cabo, del más débil que, en este caso, no es la madre.
No me entra en la cabeza qué intereses pueden llevar a una madre a realizar un homicidio de estas magnitudes. Piénselo: una madre que tiene que decidir entre su hijo y la comodidad de su vida? y lo que más me aterra es que, al grito de: "nosotras parimos, nosotras decidimos", se elige el asesinar a un inocente porque: "ahora no me viene bien".
Visto lo visto, me enorgullezco de no ser progresista; y alzo y alzaré la voz por los que no pueden hacerlo; y grito y gritaré por ellos:¡Mamá, quiero vivir!