OPINIóN
Actualizado 14/12/2013
Enrique Arias Vega

Aunque nadie se acuerde, hace menos de 30 meses Paco Camps era investido por tercera vez presidente de la Comunidad Valenciana.

El hombre no sabía entonces que estaba a punto de dimitir ante el juicio de los trajes del caso Gürtel y exhibió en aquel acto la fantasía quimérica de la Valencia irreal en la que creía vivir: "Una de las regiones más competitivas de Europa", dijo él. Y eso se debía, claro está, a que en sus ocho años precedentes de mandato "hemos hecho mucho y lo hemos hecho bien".

En su delirio megalómano, el hombre que iba a dejar a Alberto Fabra una Comunidad en bancarrota ?"o cerramos la RTVV o tenemos que cerrar escuelas y hospitales", acaba de reconocer el actual presidente? todavía osaba afirmar que su región era hace dos años "más atractiva que nunca al mundo", que contaba con "sectores productivos líderes" y que se estaba convirtiendo bajo su hábil dirección "en la plataforma logística del Sur de Europa".

¿Cabe mayor distorsión de la realidad?

Después de ser anunciado este mes el cierre de RTVV, sólo faltaría que Bankia quisiera ejecutar los créditos que concedió al Valencia C.F. para que desapareciese el último de los símbolos emblemáticos de la Comunidad.

Lo cierto es que durante la presidencia de Camps hubo que malvender una Terra Mítica fracasada, naufragó el proyecto de Castellón Cultural ?incluida la jactanciosa Ciudad de las Lenguas?, ha habido que cerrar la Ciudad de la Luz de Alicante, se encuentra infrautilizada el Ágora de la Ciutat de les Arts, han desaparecido dos de las cuatro cajas de ahorros más importantes de España, Castellón tiene un aeropuerto fantasma, la dársena de Valencia se degrada entre el abandono y la incuria posteriores a la pretenciosa Copa América, etcétera, etcétera.

Todo eso, sin aludir a la deuda acumulada por La Comunidad, el déficit presupuestario ?mayor que el autorizado por Cristóbal Montoro? y la morosidad habitual de la Generalitat.

Arreglarlo va a suponer un esfuerzo titánico para el que muchos dudan esté capacitado un PP en lógica decadencia tras el tsunami que ha supuesto el paso de Paco Camps por el Consell. Las encuestas anticipan, por otra parte, que puede ganar las próximas elecciones sin acercarse a la mayoría absoluta, con lo que ya se frotan las manos PSPV, Esquerra Unida y Compromís, que podrían formar un Gobierno tripartito.

Hay quienes opinan que eso sería pasar de Guatemala a Guatepeor, dados los programas tan disímiles de los partidos hoy en la oposición. Uno, en su modesta ignorancia, preferiría entonces un Gobierno de coalición entre populares y socialistas, dada la magnitud del desastre a solucionar. Si coaliciones de ese tipo son válidas en países como Alemania, por ejemplo, ¿por qué no habrían de serlo en España o en la Comunidad Valenciana?

Pues, seguramente, porque nosotros somos más cainitas y menos demócratas que los ciudadanos de esos otros países.

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