OPINIóN
Actualizado 13/12/2013
Fructuoso Mangas

Recuerdo que hace años y años, cuando no había ninguna rotonda verdadera que echarse al volante, al entrar en Vitoria por la Avda. Portal de Castilla te sorprendía un gran cartel que avisaba al conductor de que iba a entrar ¡en una rotonda! y que debía extremar las precauciones. Años más tarde las rotondas inundaron la geografía europea y española y hay que reconocer que es una opción tan sencilla como eficaz.

Pues algo así, pienso yo. Algo así sería necesario en muchas vías sociales del callejero humano de hoy. Ceder el paso, establecer prioridades, saber mirar y saber ver, elegir la salida adecuada, respetar carriles ajenos, etc? Es decir, y por vía de ejemplo, que aunque el sistema haya dilapidado los recursos no pretenda remediarlo recortando derechos básicos a los más pobres, que cumpla el código de buen gobierno y ceda el paso ante los más débiles. O sea ceder el paso. Y otro caso muy del común: que la sociedad entera sepa mirar y ver a los que si no, quedan fácilmente invisibles, desde cualquier anciano sin recursos ni defensa o cualquier discapacitado sin medios. O sea, mirar y ver.

Ya sé que es fácil opinar, pero a los que andamos por la acera y observamos el tráfico en la rotonda social tenemos la impresión, con datos y razones, de que había dos prioridades ante las que todo el tráfico debiera haberse detenido, los servicios sociales y la sanidad hasta para los emigrantes, pero casi con cifras en la mano parecen los más castigados sin que se calcularan riesgos ni consecuencias. Quizás es un abuso de fuerza como tanqueta que se mete en la rotonda y entra y sale por donde le da la gana. O sea respetar prioridades, especialmente las de los vehículos de menor cilindrada.

¡Elegir la salida adecuada!. Ah, media ciudadanía andamos como quien no va ninguna parte, cada día tiene su afán, y punto. Lo recordaba hace poco un historiador: "No sabemos a dónde vamos y casi ni sabemos cómo hemos llegado hasta aquí". Lo decía hace siglos un Maestro al ver a la gente de su pueblo: "andan como ovejas sin pastor". Pues eso, elegir bien el camino y la salida.

Y no digamos nada de esa norma estricta de respetar los carriles ajenos? Nos vamos convirtiendo en una sociedad de insulto y de pedrada, de robo y de privilegios, de empujón y de arrebato. Lo contrario de respetar la dignidad, los derechos y el carril del otro.

Y a la vez, es justo subrayarlo, son más los que en esa rotonda viva de la vida intentan cada día, a veces muy silenciosamente, ser fieles a las reglas de juego del código de la humanidad y de la justicia. Va por ellos.

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