Dice la consejera de Cultura y Turismo de Castilla y León, Alicia García, que la Nochevieja Universitaria no sólo sirve para invitar a los jóvenes a visitar Salamanca coincidiendo con esta celebración, sino también "en otros momentos del año". Y, aunque, a lo mejor, no le falta razón, lo que realmente sucede es que el centro de la capital salmantina se confunde a lo largo de esa madrugada con un vertedero y con una borrachera colectiva.
Cierto es que no todos los que participan se achispan y que las llamadas realizadas a los servicios policiales y de emergencia, según datos oficiales, fueron 158, en su mayoría por intoxicaciones etílicas, número que, aunque a priori, puede resultar elevado no lo es tanto si se tiene en cuenta que el acontecimiento festivo congregó a unos 45.000 jóvenes, siempre según las estimaciones de los organizadores.
Probablemente, la idea de la Nochevieja Universitaria sea buena, pero no en lo que se ha convertido a pesar de que el alcalde, Alfonso Fernández Mañueco, diga que con ella la capital salmantina tiene una "promoción exterior importante" y que sigue consolidándose como "ciudad joven, universitaria y de diversión".
Habría que preguntarse cuál es el precio que hay que pagar por ello y si realmente merece la pena invertir en ello, aunque a nadie se le escapa que, aún dando por sentando los inconvenientes que el acontecimiento conlleva, sectores como el de servicios y el de la hostelería ven aliviadas en cierta manera sus arcas. Ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos.