OPINIóN
Actualizado 12/12/2013
Luis Marcos del Pozo

Foto: Luis Cuadrado

Aprovechando las desgraciada perdida acaecida la semana anterior, Nelson Mandela (d.e) me gustaría desgranar algunas de sus palabras vertidas sobre la educación en un artículo publicado en mayo del 2002. "Educacion: ¿Quién suspende?"

Mandela hizo de la educación su arma más poderosa: "la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo".

Durante muchos años, escuchamos aquella cantinela que decía que un aparato de gobierno ponía fútbol en televisión para alienar a la gente y que no pensara, o algo así (la edad no perdona y la memoria falla) y? por lo visto no aprendimos, pues durante otros muchos años propusimos a nuestros niños que haciendo y viviendo los reality de la televisión alcanzarían el súmmum.

YO NO, YO TAMPOCO, YO? ¡Quizás no fue o fuimos nadie! las audiencias nos engañan y nadie ve programas en los que la vida diaria se televisa o dibujos animados con unas connotaciones absolutamente diferentes a las que nuestros niños entienden o pueden entender, ya que están pensados y desarrollados para una sociedad casi opuesta a la nuestra.

¿No habremos cambiado fútbol por basura ?? basura televisiva. Y ahora ni deporte ni "limpieza", eso sí, ¡alienación generalizada! Nos decía Mandela, en ese fabuloso artículo: "Sabemos por experiencia propia lo
que la educación puede significar para un niño: en nuestra vida hemos visto cómo una generación de niños provista de formación construía una nación." Perdón por mi generalización, no es bueno, pero creo que hemos perdido una o dos generaciones y espero que no haya otra por nuestra NO actuación en educación, por cambiar lo que funcionaba y no hacerlo con lo que se caía a trozos, por permitir que muchas veces los que legislaron se olvidaron que era EDUCACIÓN y caímos en una sin razón que nos ha traído hasta esta orilla.

Otro retazo del citado artículo dice "La educación puede marcar la diferencia entre una vida de pobreza opresiva y la posibilidad de una vida plena y segura?" ¡Aquí no!¡Eso sólo pasa en el tercer mundo!? ¡Mentira! con nuestra actitud hemos dejado que nuestros niños pongan en duda su aceptación del esfuerzo. Le hemos "dictado" que hay formas mucho más fáciles de conseguir dinero y poder, que no es necesaria cultura y educación para llegar a lo más alto, que lo más importante es la imagen con caras bonitas pero cerebros vacíos. Nos olvidamos decir esa frase ya muy manida "el trabajo, os hará libres" pero ese trabajo
lleva un camino que hay que andarlo, nunca saltarlo.

Sigo desgranando el artículo: "El año pasado, el mundo gastó casi el doble en defensa que en educación (en algunas regiones hasta cuatro veces más). Se calcula que cada mes se desembolsan 1.000 millones de dólares sólo para las acciones militares en Afganistán. Para alcanzar los objetivos globales del acceso universal a la enseñanza,?" Este comentario, podría ocupar líneas y líneas. Nunca he creído ni en las guerras, ni en las armas, respeto profundamente las profesiones militares. Pero si formamos y educamos quizás nos libremos de guerras absurdas casi siempre provocadas por faltos de lucidez, carentes de cultura y educación o por entusiastas infantiles que quieren jugar a ser el Capitán Trueno. Detrás de cada conflicto bélico hay un reguero de perdedores que habitualmente lo ocupa la masa social menos formada y con menos recursos personales, sociales y económicos.

Termina el artículo con una aseveración que deberíamos de plantearnos cada día, cuando queremos dormir y cuando creemos estar despiertos: "Si no alcanzamos los objetivos para la enseñanza universal, no sólo no cumplimos nuestros compromisos como gobiernos, comunidades y ciudadanos, sino que también fallamos a nuestros niños. Todos ellos tienen derecho a aprender."

Y ante esto yo lanzo una pregunta ¿quién debe de suspender? los niños de esas generaciones a las que hice referencia en un principio, o todos los integrantes en su educación que les confundimos en el camino a seguir, por cualquier razón que se haya esgrimido.

Cuando, por mofa, escucho respuestas indignantemente estúpidas a preguntas de una cultura nimia, cuando hay risas generalizadas ante la ignorancia, cuando se valora más la forma que el fondo etc., y que a esto una y otra vez no se le ponga solución hace que reitere, como decía Mandiba, la misma pregunta ¿quién debe de suspender?

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