OPINIóN
Actualizado 11/12/2013
Enrique de Santiago

No soy de ver televisión, de no ser informativos, programas similares o series de humor por la noche para somatizar el dolor del día; pero, este sábado, a la hora de comer y antes del informativo de las tres, alguien puso la televisión y estuvimos viendo un programa en el que se hacía una exaltación del lujo, del gasto desmesurado, de la suntuosidad carente de contenido, de la imagen, del hedonismo, del placer físico, en el que, junto con mucho presunto glamuroso o peripatéticas adineradas que sólo tienen una neurona en su cerebro, aparecían socialistas, como Elena Benarroch, manifestando que el lujo no puede ser desdeñado pues da de comer a muchos parias? ¡viva el socialismo!, ¡viva la coherencia!, ¡viva la televisión generalista, nacional y progresista!.

En un momento social y político en el que la austeridad es el lema, en el que tenemos que padecer el sometimiento de gasto en partidas necesarias para todos, en el que sufrimos una crisis que mantiene en el paro, y sin visos de salir de él, a seis millones de compatriotas, en el que echamos en cara a los dirigentes su engaño, su mentira, su farsa, su inconsistencia, su falta de liderazgo y su incoherencia personal defendiendo leyes que son conscientes que nos hacen daño, mientras ellos se mantienen al margen del dolor, en el que la prensa -de todos los colores- clama contra los necesarios recortes sociales, volvemos a las andadas, seguimos haciendo una loa al ego, elogio del dinero, alabanza a la falta de esfuerzo y, además, nos etiquetamos de progresistas para aparentar solidaridad y sensibilidad

Mientras no seamos conscientes de que la austeridad, la solidez intelectual, el esfuerzo, la garantía de fortaleza en los valores y el trabajo, son las únicas formas de obtener el reconocimiento social y la garantía económica, nos mantendremos en crisis, sufriremos la caída en manos de dirigentes débiles y pacatos, de forma que nos costará salir adelante, pues esas faltas son, han sido, las que nos han traído a la ponzoña en la que vivimos y que nos dejan dirigentes ?de un lado y de otro- llorones, sensiblones, débiles que incapaces de alcanzar sus metas, se dedican a la política para, desde ella, intentar colocarse por encima de sus conciudadanos, sin asumir ni trasmitir los valores que precisamos y televisiones dedicadas a la pulverización de los valores, ancladas en el pasado económico y sirviendo a intereses espurios que no permiten la regeneración social. Así nos va con semejantes personajes.

 

 

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