A veces resulta curiosa la actitud de las personas con según qué temas. Al margen del morbo que a alguna prensa le interesa suscitar con según qué asuntos y con el fin de aumentar su audiencia, dando informaciones que en muchos de los casos resultan imprecisas y que no sé si pretenden, pero desde luego sí consiguen, crear pánico, la media de la población, y esto es algo diría yo que normal teniendo en cuenta la escasa formación que sobre lo que es el Derecho recibimos los ciudadanos, no sabe exactamente en qué consisten determinadas ramas jurídicas y por qué están instrumentadas como lo están.
Amanecemos en las últimas semanas con la noticia de la excarcelación de presos consecuencia de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo. Y de repente la prensa enciende el debate, la población se escandaliza, cunde el pánico? y me pregunto cuando escucho ciertas tertulias y los comentarios de la gente de la calle: ¿pero por qué no se explica a la ciudadanía qué es el Derecho Penal?, pero ¿por qué no se informa a los ciudadanos del sistema que rige en nuestro país? Estoy casi segura de que el conocimiento racionalizaría las reacciones de los ciudadanos aunque no llegasen a entender ciertas sentencias.
Existe una rama del Derecho que regula la potestad pública de castigar, estableciendo lo que es punible así como sus consecuencias y esto, a grandes rasgos, es el Derecho Penal. Así, quienes incurran en alguna de las conductas tipificadas como delito o falta, deberán atenerse a las penas previstas en la ley. El Estado lograría, a través de este medio, una doble finalidad: por un lado, retraer a sus ciudadanos de llevar a cabo actos perjudiciales para la sociedad y por otro, proteger a dicha sociedad de los individuos que incurran en dichas conductas hasta el cumplimiento de la pena que, y esto requiere una mayor comprensión, los rehabilite.
Nuestro sistema penitenciario, propio de un Estado Social y de Derecho, busca la reeducación y reinserción social de los presos, así como garantizar el respeto a los derechos de los privados de libertad. Sí señores, así se instrumentó el sistema y es por ello que a través del mismo se trata de dar una formación a los reclusos que les proporcione las capacidades adecuadas para que en el futuro, cuando paguen su deuda con la sociedad, puedan subsistir sin recurrir al delito.
No podemos caer en el error de pensar que delinquir es gratis, comentario que muy a la ligera se escucha en las calles, porque no lo es. Hay que ser generosos y justos y creer, porque hay que seguir creyendo en ello, que las personas pueden cambiar y corregirse y pueden volver a vivir en libertad sin causar mal a nadie (otro asunto de gran gravedad, que merecería consideraciones específicas, es el caso de aquellas personas no rehabilitables, que se sabe existen, y la creación diría yo necesaria de un sistema específico para ellos).
Yo he visitado la cárcel, he hablado con personas que subsistían desde hace años allí y para los que estar entrevistándose con un abogado a través de un cristal era casi un día de fiesta porque tú eres una persona "normal", y he sentido, siempre que he estado, y no me importa confesarlo, una angustia terrible y una necesidad urgente de salir de sus muros. Para ustedes y para mí los días se quedan cortos y les faltan horas? en prisión los días son eternos y aquello, el último lugar al que debería ir una persona, pero por desgracia la cárcel es un mal necesario.
Reflexionemos sinceramente y creamos que el que se equivocó, el que cometió un error terrible que destrozó o acabó con la vida de la víctima y de su familia, su propia existencia y también la de los suyos, tiene derecho a cambiar y a rehacer su vida, tiene derecho a regresar a la vida en libertad y nosotros hemos de darle esa oportunidad porque no somos quiénes para juzgar a quien ya cumplió su condena y pagó con el bien más preciado del ser humano, la libertad, su error.
No olvidemos que en prisión entró un delincuente pero que de allí sale un hombre libre con la muy difícil tares de conseguir su aceptación en una sociedad que no quiere olvidar. Intentemos, al menos un día como hoy, creer en lo que reza el artículo 25.2 de nuestra Carta Magna: "las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social?". Creamos en nuestro sistema y seamos su apoyo, porque a veces olvidar es necesario para vivir.