OPINIóN
Actualizado 04/12/2013
Jorge Moya

No piensen ustedes que mis líneas se refieren a esa prenda que levanta pasiones desde que la británica Mary Quant la inventara allá por el año 65, sobre ese pedazo de tela, pedacito sería más correcto, que tanto inspiró al querido y añorado Manolo Escobar. No, no me refiero a ese tipo de minifaldas.

No sé si recuerdan un pequeño y manejable autobús que circulaba hace años por nuestras calles, algunos lo siguen haciendo por las vías de nuestra vecina Zamora. Tenía unos voladizos en los laterales, de ahí que familiarmente le llamáramos: "minifaldas". A pesar de su reducido tamaño, poseían una gran capacidad de carga de pasajeros y una agilidad asombrosa a la hora de maniobrar por pequeñas calles.

¿Qué fue de ellos? ¿Por qué se retiraron de la circulación (nunca mejor dicho)?. Esas preguntas me las hacía el otro día mientras observaba el transitar continuo de mastodónticos autobuses casi vacios. ¿Por el aumento de pasajeros? no, porque como he mencionado anteriormente iban prácticamente vacios para el tamaño de la máquina y, no obstante, en horas punta se podría poner un refuerzo. ¿Por contaminación? tampoco, porque supongo que las "minifaldas" de nueva generación tendrán unos motores no contaminantes. ¿Por el coste al Ayuntamiento y de rebote al del vulgo? menos aún, ya que el consumo y mantenimiento de estos pequeños con ruedas sería ínfimo. ¿Tendrá algo que ver el contrato blindado del Señor Ortiz y la creación del gasocentro de la estación, que se realizó en la misma época en la que D Jesús Málaga era alcalde de nuestra Salamanca? ¿O era simplemente porque el Sr. Ortiz y el Sr. Málaga eran parientes? No lo sé, pero lo que sí sé, es que añoro esos autobuses y sobre todo añoro los tiempos en los que la gestión del dinero público se consideraba un bien común y no la pólvora del Rey. Por todo esto ¡arriba las minifaldas!

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