No quería subir esta semana al desván del corazón donde guardo mis recuerdos, pero a veces la ignominia de algunos te conduce a ello. Abro mi maleta y allí está la memoria de cuando cogía una silla baja y después de cenar me sentaba al fresco en aquellas noches de verano estrelladas y mágicas de mi niñez en mi barrio de Pizarrales. Esperaba que llegaran mis amigos y todos juntos, sin peligro alguno, jugábamos hasta que la noche se perdía en nuestros sueños. Entre juego y juego, paraba y observaba a una señora mayor, vestida de luto, sentada, casi inmóvil, con su mirada perdida en un horizonte que tardé algún tiempo en comprender y que no llegaban a explicarme por el silencio del miedo de aquella época. Su mirada misteriosa, bañada de tristeza, me suscitaba la curiosidad propia de un niño que ya empezaba a abandonar de forma temprana y estrepitosa el territorio de su niñez. El silencio se hacía ante mis preguntas extendiendo un manto de intriga que aumentaba mi curiosidad. Tuvo que pasar un tiempo hasta que me lo explicaron. Aquella mujer de mirada perdida esperaba cada noche a la luz de la luna que su marido volviera. Al poco de comenzar la guerra civil lo fueron a buscar a su trabajo en aquellos camiones negros de la muerte y se lo llevaron, nadie sabe dónde. Nunca más volvió a saber de él. Ella, cada noche de aquellos veranos que yo recuerdo, salía con su pensamiento y su corazón al encuentro de la persona que amaba y que nunca más volvió a ver. Murió en la espera de pena, junto a su recuerdo. No escribo su nombre, aunque lo sé. No recuerdo el nombre de su marido, puede ser el nombre de los miles de hombres y mujeres que murieron y que siguen en esas fosas comunes de aquella " guerra incivil entre los "hunos" y los " hotros", que dejó a España inválida de espíritu" (D. Miguel de Unamuno). Aquel verano, cuando me contaron esta historia en voz baja, casi en un silencio envuelto por el miedo de un barrio castigado por el único delito de ser obrero, comprendí el significado de una gran palabra: esperanza. La esperanza que hoy albergan muchos de encontrar la fosa de la memoria de sus familiares para su tranquilidad y el cierre definitivo de las heridas de un país.
P/D: Hace unos días Rafael Hernando Fraile, portavoz adjunto del Congreso por el Partido Popular intervino en un debate en el programa "El cascabel al gato" en el que afirmó: "Los familiares de las víctimas del franquismo sólo se acuerdan de ellos cuando hay subvenciones" Al momento de escribir esta columna aún no ha pedido perdón.