OPINIóN
Actualizado 02/12/2013
Javier González Alonso

Es agotador intentar convencer de que el Cambio Climático ya está aquí, que sus efectos van a ser, ya son, devastadores y que nadie se lo tome en serio. Si hablas con la gente de a pie, todo el mundo suele estar de acuerdo en que el tiempo ha cambiado, que ya no hace el frío que solía hacer, ni el calor es tan intenso. Además de lo puramente anecdótico, pues el clima se refiere a periodos temporales largos, no anuales, esta preocupación no termina de calar en los responsables de luchar contra lo que se avecina.

¿Quién sabe que ha habido un Foro de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático (UNFCC), hasta esta semana? Son pocos los enterados de un tema que afecta gravemente a la población humana del planeta. Durante la primera semana de dicho Foro asistimos a la tragedia causada por el súper-tifón Haiyan en Filipinas, que provocó cerca de 5.000 muertos con sus fenómenos meteorológicos extremos. Los delegados filipinos, incluso, iniciaron una huelga de hambre como presión para que se alcanzasen compromisos contra el cambio climático, insistiendo en señalar que el incremento de la frecuencia y magnitud de ciertas catástrofes ambientales, como tifones, huracanes, lluvias torrenciales o sequias, tienen una total relación con el incremento de la temperatura global.

Unos días después, Australia, Japón y Canadá anunciaron que no iban a cumplir los compromisos adquiridos en el Protocolo de Kioto. Mientras Australia se decantaba por el negacionismo, Japón anunciaba que sus emisiones se han incrementado un 3,8% [http://bit.ly/1hl9IqW]. Por su parte, los países emergentes piden que sean los causantes del problema los que aporten los fondos, aduciendo que han sido los teóricos países desarrollados los que han contaminado la atmósfera, a un ritmo que ellos no alcanzarán hasta dentro de décadas o siglos. Razón no les falta, pero vamos todos en la misma nave y, cada uno dentro de sus posibilidades, todos debemos arrimar el hombro. Mientras, los políticos dejan todo en suspenso hasta dentro de dos años, en 2015, para reunirse en Lima, Perú. Ya veremos, dijo un ciego.

Oímos a diario cómo lo único que importa es la economía, el dinero, aunque realmente sólo importa SU economía, la de los grandes grupos de presión, obviando a la humanidad en general. Aquí tenemos el ejemplo: según un estudio recientemente publicado por el Banco Mundial, el clima extremo provoca pérdidas económicas por valor de 148.000 millones de euros anuales, aumentando dicha cifra cada año. La conclusión de dicho informe es que invertir antes de los desastres en infraestructuras y edificios conllevaría un ahorro de hasta el 50%.

Verde es el futuro de la humanidad? si llegamos. Esconder la cabeza, como los avestruces, no hará que pasé el peligro, sino que nos envestirá con todas sus fuerzas. Es el momento de forzar a los gobiernos a que preserven nuestro derecho a vivir una vida en condiciones de dignidad, ya que la falta de acuerdo significa hipotecar el bienestar de las futuras generaciones. Hay que dar un paso más, asumiendo la equidad intergeneracional, dejando de lado la lucha entre ricos y pobres.

Agorero es un adjetivo que alguna vez me han "colgado". Exponer lo que está pasando, y lo que puede pasar en el futuro, no tiene nada que ver con las artes adivinatorias, ni con la nigromancia, sino con intentar concienciar a la gente de a pie que es mucho lo que nos estamos jugando. Lo demás es querer callar al mensajero en vez de tomar las decisiones correspondientes.

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