OPINIóN
Actualizado 30/11/2013
Aníbal Lozano

Han pasado años del pistoletazo de Larra, ha pasado noviembre que ese era el mes de aquel "Día de difuntos de 1836" que presumía su suicidio. Se habla de su vigencia que no puede ser más contundente, más feroz. Es como la herida abierta que que dejó manco a Cervantes y después a Valle Inclán. Fígaro en el cementerio se preguntaba entonces: "Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos. ¿Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza! ¡Silencio! ¡Silencio!". Y así pasa la vida, como un bolero, una posguerra, una dádiva, es como una serie de televisión donde se aprende historia con Isabel, sexual y agitada, casta y hermosa, peleona y sabia. ¿En qué ha cambiado esto?. Fígaro queda pensativo en el mismo lugar, entre una España real y otra ficticia, una Europa falsa y otra, la de más allá, tan antigua como siempre pasada por el Arturo Ui alemán y la ópera de dos centavos, o sea, Brech partido por dos: los emigrantes del interior a la derecha, los negros a por cuchillas. No hay más cera sino una realidad con sordina, estupefacta y dura, cruel y siniestra, millones de parados e inmigrantes estigmatizados por su propia pobreza si no son futbolistas mitificados en el parvulario de los dioses.

Larra se preguntaba sobre la corrupción, la envidia y el dinero y mientras se retorcía en la cruel realidad resulta que el espejo de este país se alargaba como la sombra de un ciprés hasta hoy. Hay que saber macroeconomía para entender por qué un día pendemos de un hilo y otro de la cuerda del chorizo, como el hay que estirar el cuello para ver una estrella que decía Willy Loman en 'La muerte de un viajante'. En este tiempo de charcutería intelectual resulta la mierda un espectáculo apoteósico. Europa es una gran barraca y España un tiovivo frente a los espejos cóncavos de su propio esperpento. ¿Yace la esperanza?. La farsa nos persigue, pies nunca como ahora tanta mentira llegó a naturalizarse tanto hasta ser convertida en seguro de vida. He aquí la nueva teoría del viejo esperpento: la coña es que un errabundo en tránsito hacia la nada despliegue en la barra del bar la fenomenología según la cual Ronaldo es el mejor del mundo y no hay más balón de oro que el suyo. Balón de Oro, la última oferta para salir de pobre en el gran retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte según Valle Inclán.

La vida nos da el anuncio de la lotería: la careta de la Caballé y el resto de la pasma en el mejor cine de terror, sí señor. ¿A quién se le habrá ocurrido?

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