El domingo pasado clausuraba el papa Francisco el Año de la Fe. Nuestro obispo don Carlos hacía otro tanto en la Catedral Nueva con extraordinaria afluencia de público. El Año de la Fe había sido convocado por el papa Benedicto XVI con la carta "Porta Fidei", la Puerta de la Fe, en la que nos invitaba a agradecer el acceso a esa puerta que nos introduce en el mundo del sentido profundo de nuestra vida temporal y nos posibilita alcanzar el reino feliz de la vida futura. La fe es, pues, hablando en términos entendibles y tradicionales, la puerta del cielo.
Pero ya nos dijo el Maestro que la puerta del cielo es estrecha. Y, por otro lado, la tradición nos dice que está arriba y muy alta.
Pero resulta que en Salamanca somos unos privilegiados, porque tenemos a mano la "Scala coeli", la escalera del cielo.
No nos bastaba poder ascender a la altura de las torres de Ieronimus en nuestras magnificas catedrales. Ahora, además, tenemos a mano la puerta del cielo en las torres de la Clerecía, mi querida Universidad Pontificia, donde tuve la oportunidad de escalar la puerto del cielo por el camino de los estudios de juventud, que me llevaron a alcanzar la licenciatura en teología y otra licenciatura en filosofía, después de siete años de estudios filosófico-teológicos y de un curso complementario de cursos comunes.
Hoy cualquiera puede alcanzar la altura deseada de la escala del cielo subiendo a las torres de la Clerecía. Y es que, desde aquellas alturas maravillosas, se pueden contemplar las hermosas hechuras del mejor arte y espiritualidad que nuestros antepasados han ido tejiendo durante siglos en su ciudad que es la nuestra. Estamos invitados todos, y es un privilegio único de nuestra querida Salamanca, a subir la escala del cielo y alcanzar, e incluso penetrar, por la ansiada puerta del cielo.