Donato Carrisi, en su novela "Lobos", escribió: "El ojo humano produce tres tipos de lágrimas. Las basales, que humedecen y nutren continuamente el bulbo ocular. Las reflejas, que se generan cuando un elemento extraño penetra en el ojo. Y las lágrimas emocionales que se asocian al dolor. Estas últimas tienen una composición química diferente: contienen porcentajes muy elevados de manganeso y una hormona, la prolactina? Pero explicar por qué las lágrimas de dolor son fisiológicamente diferentes de las otras es prácticamente imposible".
En un partido de fútbol se pueden producir estos tres tipos de lágrimas. Aunque, debido al proceso de destrucción de la Unión Deportiva Salamanca, muchos socios soportaron un dolor mucho mayor, casi insuperable, por la desaparición del club salmantino por excelencia. Las lágrimas de los aficionados se llenaron de prolactina, es posible que les ocurriera lo mismo a sus padres y a sus abuelos? La pena de esos aficionados tan fieles proviene de una profunda frustración, no fueron demasiado conscientes del desastre económico que históricamente se fue acumulando?
En esta nuestra Salamanca impávida, incluso ante hechos más graves, el fútbol siempre sirvió para acercar, hermanar, aunar voluntades, reir, llorar, emocionarse y sentirse más salmantinos al compartir logros en los objetivos deportivos? El proyecto de nuevo equipo que supliera, o paliara, la destrucción de la Sociedad anterior, no ha germinado aún por un lamentable error de cálculo de sus mecenas y se vive una tremenda sensación de pérdida. El ambiente está lleno de manganeso y prolactina por las lágrimas derramadas por los más sentimentales. Y, quizás, lo peor de todo, es que la atmósfera ya se ha preñado de despreocupación como ya ocurriera con tantos otros proyectos vitales en esta nuestra displicente ciudad? ¡Y ese negativo estado de ánimo sí que es autodestructivo!
Menos mal que el Guijuelo ha resurgido en un momento futbolístico dificultoso y se ha encaramado en posiciones privilegiadas, impensadas al principio de la Liga. Sólo servirá para aflorar la alegría a borbotones de los guijuelenses auténticos? Sonrisas, al fin y al cabo, en un mar penoso de lágrimas unionistas?