Mi ciudad, mi principio, mi sentimiento soñado y compartido,
estancias de aire, de soles y mañanas, de tardes y de noches.
Busco la luz que se encierra en tus calles, en tus soleados muros,
cuando el amanecer navega en cielos infinitos, en miradas
que furtivas y extrañas buscan la amanecida de los sueños?
encuentro, la maravilla de una ciudad soñada hacia poniente,
ciudad interior de magia y de símbolos, de claustros y ventanas.
La expresión poética
La proposición de la escritura poética es la construcción con materiales elementales -las desgastadas palabras-, de nociones simbólicas y espirituales que permitan al hombre trascender su circunstancia concreta; construir, por medio de esos fragmentos, de esas herramientas del lenguaje, fastuosos palacios de la imaginación, laberintos de exquisita ingeniería, soleados huertos de delicados poemas. Por eso el lenguaje poético es siempre alusivo, velado, mientras que el lenguaje descriptivo procura claridad. Se puede decir en términos muy genéricos que el primero es más creativo y el segundo más expresivo. Es también ambiguo, casi silente porque la palabra poética no puede ser la simple expresión de una idea sino que debe crear el tema y liberarlo fuera de él mismo. El poema trata de reunir sensaciones, sentimientos e intuiciones que se combinan para mostrar un reflejo de la verdad; y porque transmite una situación emocional o una experiencia de lo real.
Poetizar es una indagación que abarca todo nuestro ser, no sólo nuestra parte racional o intelectiva sino también la sensibilidad y la percepción más sutiles. Una incitación a la reflexión a partir del mundo sensible: tanto de los fenómenos de la naturaleza como de las creaciones del hombre. Desde el punto de vista del proceso de indagación, quizás también hay que aprender a mirar la realidad como símbolo de una realidad menos evidente a primera vista, como un símbolo que nos libere de los conceptos y nos permita captar lo más inefable y misterioso. Como un símbolo que apunte a lo que no se puede describir con palabras.