OPINIóN
Actualizado 27/11/2013
Jesús Garrote

En esta sección pretendo compartir mi experiencia al lado de los muchos desconocidos en Salamanca y otras partes del mundo. Aquellos niños a los que se pone a dormir durante las seis horas de clase porque no dan el nivel, inmigrantes que van buscando una oportunidad como todos, niñas que son madres solteras, o jóvenes extutelados que tienen que buscarse la vida a los dieciocho años porque ya están emancipados y sin apoyo.

Me considero afortunado de conocer el otro lado de la moneda, el de "los últimos serán los primeros". Su alma de Quijotes hace que los considere una buena influencia para mis hijas, he comprobado la riqueza del mestizaje, de la interculturalidad, de la apertura de miras. Hemos viajado por toda Europa con ellos y hemos trabajado codo con codo levantando escuelas, dispensarios médicos y casas en el Sur de Marruecos. También nos hemos reído haciendo circo para una tribu bereber en Idnaser.

Los que siempre están en crisis tienen mucho que enseñarnos. Lorenzo Milani decía de sus alumnos "Yo les he enseñado a expresarse y ellos me han enseñado a vivir". Nuestros hijos pretendemos que estén protegidos en una burbuja imposible de superficialidad con la que rebajamos su tolerancia a la frustración y su inteligencia emocional. Ampliemos sus recursos compartiendo situaciones más radicales con los etiquetados como "excluidos sociales ", no hagamos profecías autocumplidoras y perdamos la oportunidad de sorprendernos a nosotros mismos en caminos apasionados con personas con tanta dignidad como nosotros y nuestros hijos.

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