OPINIóN
Actualizado 25/11/2013
Javier González Alonso

El próximo mes de junio, en la ciudad de Copenhague, se dará a conocer qué ciudad será elegida como Capital Verde Europea. Los encargados de su elección serán 12 expertos, encargados de seleccionar una de las doce que se presentan en esta ocasión a tal denominación. El galardón reconoce los esfuerzos que las corporaciones locales realizan por respetar el medio ambiente, paliar el cambio climático, conservar o aumentar el espacio natural urbano y fomentar la movilidad sostenible.

Que nuestro país presente dos candidatas, Santander y Zaragoza, puede parecer sorprendente, vista la escasa concienciación medioambiental mostrada habitualmente por nuestros organismos públicos, pero no hay que olvidar que Vitoria-Gastéiz ya fue elegida en el año 2012. También es cierto que empieza a calar, de una vez, que la ciudad se construye desde sus habitantes, y son ellos los que presionan para que sus representantes se muevan en un sentido u otro.

Una presión, la medioambiental, que en Salamanca tiene muy poco peso, pues los gobernantes no conocen siquiera el concepto, con lo que es impensable que se pudiera optar a un galardón de este tipo. Sirva un pequeño ejemplo, que tanto me gusta utilizar: el excelentísimo Ayuntamiento de Salamanca ha confirmado las multas a cuatro vecinos de Tejares, y a la asociación TormesSOS, por solucionar un problema que se había denunciado reiteradamente ante ese mismo ayuntamiento, pero que no parecían querer solucionar [http://bit.ly/1e36sfu+]: la rotura y limpieza de la Pesquera de Tejares, barrio obrero de Salamanca, situado en la orilla sur del río Tormes, para los que no lo sepan.

O sea, se observa una irregularidad y se presenta el correspondiente aviso a quien, teóricamente, tiene la obligación de solucionarla. Como nadie hace nada, se recurre a la ayuda de la Asociación TormesSOS, que, visto lo visto, y ante los graves problemas de salubridad que presentaba la pesquera en época de sequía, decide actuar junto a los vecinos para solucionar el problema, limpiándola y reparándola; pero no tienen en cuenta que la situación está parada porque el ayuntamiento, en general, sin particularizar, tiene en mente acometer un proyecto de siete cifras, construyendo un gran dique de 270 metros de longitud, pasándose el medioambiente por la entrepierna, que "mola más", aún cuando el paraje esté protegido dentro del Plan de Ordenación Urbana.

Volviendo la vista atrás, para clarificar los hechos a quien no los conozca: cuando el Ayuntamiento decidió derribar la Pesquera de Tejares, vecinos del barrio y colectivos ecologistas llevaron el asunto a la justicia, consiguiendo una resolución favorable. Ante el hecho de que el Ayuntamiento hiciera caso omiso de la sentencia, la obligación de devolver el aspecto que anteriormente tenía la pesquera, un grupo de vecinos y la asociación decidieron limpiar el río, repleto de basura y desperdicios estancados, y reparar la pesquera. Sin embargo, la Policía Local les impidió seguir con la limpieza, siendo  sancionados con 6.000 ? por ejecutar obras sin licencia. Sorprende la actitud de la corporación en este caso pues, además de poner de manifiesto, una vez más,  su incapacidad para cosas que no tengan que ver con grandes cifras, parece más estar guiado por las ganas de reprimir a quien pueda contestarles que la preocupación por el bienestar de sus vecinos. Es triste, a la vez, recordar que a ciertos constructores, en la infinidad de casos acaecidos, siempre se les ha perdonado este tipo de sanciones.

Ahondando en la actitud represora ante cualquiera que "contradiga las órdenes del jefe", hay que señalar otro ejemplo, incluso más sangrante si cabe, pues concierne a personas que se juegan la vida para salvar la de los demás. Se trata del expediente que se le impuso a 16 bomberos por portar una pancarta que rezaba "Torre 1.340.423. ¡Despilfarro! Menos políticos, más educación, más sanidad y más seguridad", refiriéndose al coste de una nueva torre de entrenamiento que, según sus propios usuarios, los bomberos, no era necesaria. Pero, ¡anatema!, lo hicieron delante del alcalde, con lo que eso no se perdona: mira que fastidiarle una foto al colega, que es para lo único para lo que estamos en el cargo.

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