Me dirijo a las buenas gentes (creyentes, agnósticos, ateos?) de las nobles tierras del Abadengo, del Agueda, de Argañán, del Campo Charro, de Ciudad Rodrigo, de la Ribera y del Yeltes. Desde Mieza a Navasfrías. Desde Sanchón de la Sagrada a Fuentes de Oñoro. Para ellos y para todos los que queráis haceros eco de esta sencilla "epístola". Que no os extrañe lo que escribo, porque en estos tiempos de tanto desprecio, incluso odio y anticlericalismo, es justo hacer elogio de quien es merecedor de ello.
Unos días atrás tuve la suerte, compartida con otros colegas de SALAMANCARTV, de conocer a un gran hombre, a un magnífico sacerdote, al buen pastor de vuestra diócesis, a vuestro obispo Mons. Raúl Berzosa.
Me impresionó su talante, su sencillez, su sabiduría, la bondad que lleva escrita en la cara, su compromiso de hombre de Dios y servidor de todos. Es valiente, no se esconde, tiene la palabra justa y certera para todo. Es un oasis en este desierto de egoísmos, desesperanza, ausencia de valores? Se expresa con parábolas, que el propio Jesucristo haría suyas. Se le entiende todo. No tiene ese lenguaje folosófico-teológico que a veces no entendemos en tantos sacerdotes. Es directo, comprometido con su fe y su ministerio. Sabe muy bien que su trabajo es el servicio a sus fieles y a todo aquel que se cruce en su camino. Vive para los demás y tiene siempre la puerta abierta.
Algún día, cuando sea llamado para desempeñar tareas de mayor responsabilidad en la Iglesia (siendo ya muy importante la que ha asumido con vosotros) muchos presumiréis de haberlo tenido al lado. Aprovechad ahora que todavía está entre vosotros?
Cuando visite vuestros pueblos no dudéis en abrirle la puerta de vuestras casas, aunque no seáis creyentes. Estaréis recibiendo a un amigo, a un ser excepcional que os dejará siempre una palabra valiosa, un consejo útil, una luz para seguir el camino, tantas veces oscuro. Un amigo más no le sobra a nadie. Y este será el mejor. Si os lo cruzáis por la calle no dudéis en saludarle. No os arrepentiréis. Y si lo necesitáis, buscadlo, siempre está dispuesto, siempre con la puerta abierta. A unos os ayudará a ser mejores cristianos y a los que no creéis os ayudará a ser mejores personas. Y sobre todo, porque si le conocéis, incluso los más incrédulos, podréis descubrir un nuevo aire en la Iglesia. El es diferente. El convence, cautiva, engancha: porque da ejemplo. No os arrepentiréis. Merece la pena. Que os dure mucho, por vuestro bien. Como durará la estela que deje entre vosotros, seguro.