OPINIóN
Actualizado 24/11/2013
Alfredo Miguel

Da la impresión, al menos en otras partes del mundo, de que existe una nueva clase de personas dispuestas a entrar en razón;  de que los adorados "yuppies" de hace bien poco, frenéticos y elegantes fogoneros de su propia destrucción imantados y agarrados como a un clavo ardiente a la estela del éxito social, han dejado de estar de moda y que lo que se nos viene encima, lo más nuevo, lo másin, es la "Ciudad Lenta" con todos sus contenidos humanos al mismo ritmo, dando la impresión de que la liebre hubiera cedido el paso a la tortuga de Aquiles en esta perpetua paradoja en la que estamos instalados.

Varias poblaciones europeas, siguiendo el ejemplo de las italianas Orvietto,  Positano y Bra, se han declarado Cittaslow (Ciudad Lenta) y en sus idearios figura una buena gestión de los residuos, la eliminación del ruido ambiental, la cordura en el uso del agua, la adaptación de las nuevas tecnologías al servicio del hombre y,  sin cesión alguna a la exageración o al disparate, la buena sintonía entre la vida familiar y el trabajo, la prohibición de estridentes vallas publicitarias y letreros de neón, y el compromiso (no creo en las prohibiciones) por parte de todos, de no circular a más de 30 km/hora en el centro urbano (siempre y cuando el automóvil sea estrictamente necesario) . Se trata de promover,  dentro de lo posible,  una felicidad sencilla (¿acaso hay otra?) que incluya la atención a personas discapacitadas o de edad avanzada, la educación de los niños en el medio natural, la alternativa académica de la inteligencia frente a la acumulación de buenas notas y/o de cursos superados gracias a la LOE, LOGSE, LOMCE, el amor por el arte y el legado histórico de cada  lugar y otras muchas resistencias a la ola, más bien "tsunami", de prisa,  ambición desmesurada, pasotismo y absurdo que hoy rige el Primer Mundo.

Ya se  que todo esto es poner el listón muy alto, que puede sonar a utopía, a cartografía de la chaladura, o a música celestial y, que gran parte de nuestros vecinos y amigos seguirá optando por vivir en la irracionalidad consumista cinco días a la semana, y por buscar, con paradójica ansiedad,  (la paradoja es lo nuestro) una vivienda de turismo rural para el sábado y el domingo.

Decía mi amigo el cínico que "las prisas sólo son buenas para los ladrones y los malos toreros". Por tanto propongo a nuestro alcalde que utilice el eslogan"Salamanca, Ciudad Lenta", que le cedo desinteresadamente, para hacerlo permanente en nuestra ciudad.

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