En el arte casi todos los desaguisados comienzan y terminan en Duchamp, en el genial Marcel Duchamp. Se sabe de su rechazo a lo que él llamaba arte retiniano, eso de gozar mirando-qué bonito-qué bien- como nos impresionan los impresionistas, y como nos rompió la contemplación proclamando que la esencia del hecho artístico reside en la idea y en la selección del objeto; a tomar por saco la manualidad, la técnica, tradición y todo lo que hasta
Al menos
Del orinal-original solo nos queda la fotografía que le hiciera el gran Alfred Stieglitz que se publicó en la revista dadá The Blind Man, con lo que, es caprichoso el azar, hemos llegado casi sin querer llegar, a la desmaterialización, al triunfo del concepto, y quizás estemos donde no debíamos estar. Recapitulemos:
Como objeto: Volcado de unos 90 grados de un mingitorio Bedfordshire modelo estándar de la JL Mott Iron Works, que al alterar su posición útil ha perdido su función por lo que debe ser arte.
Como concepto: Como el artista soy yo y todo lo que de mi sale debe ser considerado arte presento lo que se me pase. (No obstante para los más concienzudos y eruditos prepararé en las próximas décadas un gran vidrio con una historia de una "novia desnudada por sus solteros
Como constante del arte. El mercado y el negocio. Duchamp encargó las réplicas de su urinario-fuente en la década de los 60 que a buen precio
Como constante del autor: Marcel Duchamp, gran aficionado y maestro del ajedrez pasó su vida dándonos constantemente jaque mate.
El próximo día hablare de Las Meninas.