OPINIóN
Actualizado 22/11/2013
José Antonio Mirón

Es tiempo de vacunas, mejor dicho de vacunarse. Porque las vacunas constituyen la medida preventiva más efectiva, segura y eficiente que existe. Han erradicado enfermedades infecciosas de la tierra, caso de la viruela en 1979. De algunas otras se habría conseguido si las condiciones socioeconómicas fueran más homogéneas y equitativas entre las diversas zonas mundiales.

Es época de infecciones del tracto respiratorio superior, cuadros patológicos que constituyen la patología aguda más frecuente a lo largo de la vida. La mayoría de las personas, niños, jóvenes, adultos y ancianos las padecen y son el motivo de consulta más frecuente en Atención Primaria (Centros de Salud). Además, tienen una gran repercusión desde el punto de vista socioeconómico por el absentismo laboral y escolar que provocan. También, en el caso de la gripe son causa de mortalidad debida a las neumonías posgripales primarias (víricas y bacterianas), motivo por el que los mayores con enfermedades crónicas y ancianos deben vacunarse cada año. Cuando de manera cíclica aparecen pandemias se convierte en una prioridad desde el punto de vista de la Salud Pública.

La gripe es un proceso específico causado por la infección de un ortomyxovirus o virus de la gripe (en ingés: influenza virus). Se trata de una enfermedad transmisible de persona a persona, por contacto directo a través de gotitas o aerosoles mediante las manos con gran capacidad de transmisibilidad. La infección por otros virus produce un cuadro similar; pero sin provocar gran número de casos, epidemias. Estos virus y sus variantes nos visitan cada invierno, este año se han retrasado, por lo que se habla de gripe estacional. En España el número de casos aumenta significativamente entre  octubre y diciembre provocando ondas epidémicas que duran entre 5 y 6 semanas y los factores por los que empieza y termina se desconocen. Sí se sabe, existen evidencias científicas, que un factor fundamental para evitar la transmisión es el grado de inmunidad (protección inmunológica) de las personas.

La gripe tiene un comienzo brusco, tras uno o dos días de incomodidad, aparecen los síntomas generales que incluyen: fiebre, escalofríos y ocasionalmente tiritona, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, malestar general, pérdida de apetito y astenia (sin ganas de hacer nada). Habitualmente las cefaleas y los dolores musculares son los más llamativos. También puede existir rinorrea y tos seca; pero no constituyen lo más importante ni llamativo (diferencia con el catarro). El cuadro dura entre 7 y 10 días, aunque el malestar general, la tos y la astenia duran más, entre dos y tres semanas. Su tratamiento debe ser sintomático, salvo excepciones que debe determinar un médico.

La principal medida preventiva individual y colectiva para suprimir su transmisión y  la alta incidencia de la Gripe es la vacunación antigripal. Se recomienda su prescripción e inoculación todos los otoños, empezando en octubre-noviembre de cada año antes de la onda epidémica. Es una vacuna segura y eficaz que constituye una de las respuestas más efectivas y eficientes para que los pacientes, cuidadores y profesionales no transmitan la gripe a los mayores y/o enfermos encamados u hospitalizados.

En consecuencia, es momento para vacunarse, que estamos en Otoño y hay que prepararse para disfrutar del invierno y de una Vida Saludable, con respuestas sensatas y consecuentes a las evidencias científicas.

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