OPINIóN
Actualizado 22/11/2013
María Ángeles Rodríguez

En los últimos días asistimos a una inacabable presentación de libros de presidentes, vicepresidentes y demás cargos que en su día fueron. La demostración de la fragilidad de la memoria es tal, que nos hayamos en un punto en el que los recuerdos de los que escriben son totalmente distintos a los que hemos vivido el resto. Los libros de 'memorias' inundan los escaparates en continuada sucesión y, lo que es peor, con la amenaza de la presentación de otros nuevos. Todos quieren contarnos su historia, no la general; es la suya y no se corresponde con la realidad.

Hoy todo político que se precie presenta su libro con parafernalia mediática incluida; ex presidentes, ex vicepresidentes, ex secretarios, ex asesores? dicen que escritos por ellos mismos, tras horas de trabajo y noches de insomnio, o tal vez redactados por algún negro contratado. Y allá se van los medios de comunicación a presentarlos con todo lujo de detalles, tal si fuera un bet-seller de incuestionable éxito. Y te encuentras al 'memorista' de turno contando sus frágiles recuerdos, plagados de inexactitudes y medias verdades, lo que nos demuestra dos cosas muy significativas y preocupantes: que los políticos viven de espaldas a la realidad y que no se resignan a vivir en el anonimato, necesitan seguir siendo protagonistas.

Los libros de memorias de los políticos no sirven para nada, ninguno de ellos será joya literaria, son escritos sesgados, alejados del pensamiento y de los recuerdos del común de los mortales, hechos para mayor gloria de sus protagonistas, con un toque de soberbia, contadores de medias verdades. Ni siquiera se atreven a decir 'si la memoria no me es infiel?" Y pensar que relatos de buenos escritores, buenas historias se quedan en un cajón porque no encuentran editorial que los publique.

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