Es de agradecer que en momentos en los que todo o casi todo hace agua se alcen voces tan optimistas como la del recién reelegido rector de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández Ruipérez, quien tras conocer la noche electoral que podía mantenerse en la poltrona otros cuatro años manifestó su satisfacción por "el amplio respaldo recibido a su proyecto" al haber logrado el 71,12 por ciento de los sufragios.
Dicho así, no le falta razón, pero si ese porcentaje se traduce a votos recibidos -1.752- la botella no parece estar tan llena, máxime si se tiene en cuenta que el censo electoral era de 31.995 personas entre profesores, personal de administración y servicios, y alumnos, de las que sólo 2.677 ejercieron su derecho al voto y que además se contabilizaron 207 nulos y 722 en blanco.
Muy temeroso tenía que estar durante la campaña el equipo que concurría a los comicios para que el señor Hernández Ruipérez manifestara, tras conocer los resultados a los calificó de "excelentes", su satisfacción por "el amplio respaldo recibido a su proyecto". ¿Acaso temía una debacle por la escasa respuesta habida en los actos de campaña?
Sea como fuere y digan lo que digan ?aunque también pudiera deberse a la existencia de una única lista? la tarde-noche electoral fue atípica sin casi ambiente y las caras de los componentes de la candidatura hablaban por sí solas, a lo mejor por el frío meteorológico.
A pesar de todo y si hay que valorar "la alta participación" registrada entre el profesorado ?un 70,76 en el caso de los funcionarios doctores- y el personal de administración y servicios ?un 58,73 por ciento- según el rector, pues hágase, pero no es menos cierto que la afluencia a las urnas del sector estudiantil fue prácticamente inexistente al situarse en el 3,12% en los alumnos de Grado, y en el 2,03% en los matriculados en Doctorado y Postgrado, ausencia que Hernández Ruipérez atribuyó a la convocatoria de una huelga en defensa de la educación pública, ¡vaya por Dios!