Una enfermedad grave que padece nuestra sociedad es la corrupción. Todo el mundo la denuncia y está en contra pero la realidad es que se hace bien poco para corregirla.
Se empieza por olvidar lo que es la condición humana que, por naturaleza, tiende a lo fácil, a realizar las actuaciones en beneficio propio antes que pensar en los demás.
El no engañarnos en el conocimiento de lo que es el ser humano es elemental, pues desconociendo el problema es imposible darle solución.
No debemos escandalizarnos por esta triste realidad, ni pensar que la situación es nueva; ya hace más de dos mil quinientos años, estaba escrito en el frontispicio del templo de Delfos: "CONÓCETE A TI MISMO".Conocer la persona y ver lo que puede dar de sí en bondad y maldad es necesario.
La corrupción dentro de las distintas administraciones ha sido posible por la eliminación de funcionarios profesionales y su sustitución, en determinadas tareas, por personas llamadas DE CONFIANZA. Claro está de confianza para el político de turno, pero de plena desconfianza para los demás. Personas integras que consiguieron el puesto en unas oposiciones demostrando el mérito y capacidad, con frecuencia, no ocupan esos puestos DE CONFIANZA para determinados políticos.
Un primer paso para limpiar las administraciones, es prescindir de eso muchos miles de PERSONAS DE CONFIANZA colocadas por los políticos.
En momentos de estrechez y necesidad de ahorro; aquí muchos millones de euros que se pueden ahorrar y de paso se ayuda a sanear nuestro sistema administrativo.