OPINIóN
Actualizado 20/11/2013
María Ángeles Rodríguez

Llegan las Navidades, los días más entrañables del año, la ciudad está engalanada con luces de colores en sus calles más transitadas, los comercios decoran sus escaparates y alfombran de rojo la entrada a sus establecimientos; algunas tiendas se unen para decorar las calles en las que conviven, los balcones han adoptado costumbres de otras altitudes, presentan distintos motivos luminosos, compitiendo las banderolas con la imagen del Niño Jesús, y unos muñecos vestidos de Papa Noel que no terminan nunca de escalar las paredes.

Aunque ha disminuido de forma considerable el envío por correo de felicitaciones -es más cómodo utilizar las nuevas tecnologías- todavía se reciben tarjetas al abrir el buzón y los carteros ven aumentado su trabajo por estas fechas. Las comidas y cenas de amigos, compañeros y empresas se repiten, aunque los empresarios de hostelería se quejen y nos recuerden que el número de celebraciones se ha reducido de forma considerable. Los preparativos para la celebración de la Nochebuena ocupa la mayor parte del tiempo en las casas, se ve cómo la gente sale de los comercios con bolsas de alimentos y regalos que aligeran los bolsillos de las familias pero revitalizan  la economía de las empresas.

Pero lo más entrañable, lo que convierte a estas fechas en muy especiales, son las funciones navideñas que se preparan en los colegios, con  el cariño y la dedicación de los profesores, y en la que los niños y niñas exhiben sus aptitudes ante unos emocionados hermanos, padres y abuelos, húmedo el lagrimal con el hacer de sus retoños. Esta es la Navidad, Felicidades para todos.

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