OPINIóN
Actualizado 18/11/2013
Luis Márquez

Hace muchísimo tiempo, el mundo era una verde pradera donde campaban enormes animales llamados Timores. Eran fieros pero a la vez leales al ser humano. Se alimentaban de hojas, hierbas, insectos y reptiles. Cumplían así la sana función de equilibrar la belleza de la naturaleza acabando con las plagas y alimañas que acechaban. Cuando había peligro, generaban un sonido que retumbaba más allá de las montañas. Todo era equilibrio entre azul y verde entremezclado con el infinito horizonte. De repente un día, los humanos los dejaron escapar y perdieron su lealtad,?

Después de la estampida, los prados se fueron muriendo y los Timores arrasaron con todos los pueblos y aldeas donde pasaban. Saquearon todo aquello que encontraron a su paso. Las personas no sabían que hacer, no reaccionaban, no entendían como aquellos animales que les sirvieron una vez, ahora se habían apoderado de sus voluntades de las cuales se alimentaban. El transcurso de los años hizo que los humanos temerosos aprendieran a vivir con ellos, aprendieron a ser dominados.

Llego un tiempo donde los Timores conquistaron todos los confines de la tierra, pero por descuido se olvidaron de una pequeña pradera donde vivía Eleutherio. Él era un joven pastor que jamás  había recibido en su vida educación o formación alguna. Un día los Timores se dieron cuenta y afanados por su obsesión de dominar, fueron a por él.  Al encontrarse frente a Eleutherio este al ver sus grandes fauces y ojos sangrientos, no mostro un ápice de miedo. No se lo habían enseñado. Lo único que recordaba eran viejas historias donde su bisabuelo le relataba que un día existieron unos animales feroces pero a la vez leales. Al recordarlo, los Timores volvieron a las praderas,?

Quien no ha sentido alguna vez en su vida: dentro de su familia, con su salud, en su ámbito de amigos, en su relación de pareja, en el trabajo o en los estudios,? como el estómago le da la vuelta, o las piernas le empiezan a temblar o el sudor pide a gritos salir por los poros y siente algo que se asemeja a una asfixia a veces incomoda y a veces vertiginosa??

Eso es el MIEDO.

El problema es que el miedo, cuyo origen se encuentra en nuestro primitivo cerebro reptiliano (aquel que responde a los peligros), ha dejado de cumplir la generosa función de avisarnos de lo que nos acecha.   Ahora se ha convertido en algo neurótico que se ha instalado  en nuestro cerebro límbico, donde habitan nuestros recuerdos y emociones.

Hemos aprendido y nos hemos grabado a fuego el miedo al qué dirán, a que no valgo, a que no puedo, a gustar o a no gustar, a que me dejen o a dejar, a estar sin ella o con él, a lo conocido o desconocido, a morir o a vivir. Una de miedo con patatas por favor, miedo al miedo,?

Lo peor es que ha conseguido manipular nuestra conducta, nos ha atenazado, se ha convertido en una extremidad más y lo hemos vomitado a base de emociones: estrés, ansiedad, sentimiento de culpa, parálisis, terror? Hemos dejado al miedo extralimitarse de sus funciones una vez los Timores se han escapado.  Después de ello, hemos aprendido a vivir muriendo con su juicio constante.

Ahora es momento de decidir si quieres estabularlos o depender de ellos en su vida salvaje. De darle la utilidad que tienen o des ? utilizarte sin praderas verdes.  Ahora es el lugar de desaprender, de desapegarte de todo aquello que huele a Timores fuera de las praderas. Ahora es momento de convertirlo en la dulce y necesaria libertad que implica Eleutherio,?.

A todos aquellos que quieran llevar al miedo donde corresponde. En especial a Angel y Maria Jose, dos maravillosas personas que cada vez con más fuerza ven praderas verdes.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Timores