El Consejo Empresarial para la Competitividad, que preside César Alierta, se presentó hace unos días en Valladolid con la presencia del presidente de Iberdrola, el salmantino Ignacio Sánchez Galán. Fue una convocatoria a la que acudieron al recinto de la Feria unas 300 personas, de ellas 250 empresarios, los cuales todos escucharon a lo largo de 2 horas y 20 minutos las bondades de una España que, dicen, está saliendo del agujero. Sánchez Galán dio un sinfín dedatos que demostraban que la cosa va por buen camino y que merece la pena apostar por España y, en concreto, por Castilla y León (Tomamos nota)
Servidor estuvo entre esas personas y tuvo un momento de tal debilidad que llegó a creerse que estaba en Alemania. Tal fue el grado de optimismo que transmitieron todos los que hablaron desde el atril. Desde Sánchez Galán (rápido, ágil y pródigo en los tiros a puerta), hasta Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta, quien, como siempre, con la mano izquierda en el bolsillo se marcó un discurso de esos a los que después le buscas un titular y no hay manera de encontrarlo. Habló para arriba y para abajo, es decir, de grandes empresas y de pymes, pero en conclusión no apuntó más que a lugares comunes y cosas que todos sabíamos. Herrera pasa ya tanto de todo que ni el mismo sabe si está en los sitios a los que acude. Ni se prepara los discursos ni tiene pensado hacerlo: le basta con su enorme capacidad para hablar y hablar sin decir nada. Vamos, otro perrito piloto, un charlatán en la Feria de Valladolid. Los hubo, como suele pasar, que abandonaron la sala antes de que terminara sus argumentos flácidos y vacuos.
Pero como de lo que se trataba era de decirles a los empresarios que no lloraran tanto y que se dedicaran a trabajar, crecer y crear puestos de trabajo, todos salieron de la sala de la Feria de Valladolid encantados de conocerse. Entre unos y otros consiguieron "demostrar" que esto tiene solución, que Mariano Rajoy está enfocando las cosas por el camino adecuado y que en poco tiempo saldremos del atolladero. Ni Fernando Casado, Director del Consejo Social para la Competitividad, ni Juan Manuel González Serna, "propietario" del Grupo Siro) (según dijo el mismo), ni José Manuel Temiño, consejero delegado del Grupo Antolín, ni el propio Sánchez Galán, se mostraron eufóricos en sus planteamientos empresariales, pero sí quisieron dar un toque positivo, un respiro, una dosis de esperanza. Fueron tres empresas fuertes, serias, potentes, las que plantearon la situación desde dentro, como ejemplos de lo que hay que hacer. Todo perfecto, todo en orden, aunque en las caras de los asistentes se intuía que querían preguntar cosas como qué puede hacer Iberdrola y el resto de las eléctricas para hacer más competitivas a las empresas de Castilla y León, ya que la energía eléctrica aquí es muy cara y lastra los resultados de muchas compañías. Pero eso nadie se lo preguntó a Ignacio Sánchez Galán aunque hubo un turno de preguntas para el público que sólo utilizó el gran Sebastián Battaner, el añorado presidente de la moribunda Caja Salamanca y Soria-Caja Duero.
Mientras tanto, nadie habló de que sigue muerto el crédito a las empresas y a las familias y el apoyo a la economía real, cuando, en cambio, campa a sus anchas la demagogia, el espejismo de la macroeconomía en relación con la calle y la lamentable situación social. Salí de la sala más confundido y desconcertado de lo que entré, llegando a la conclusión de que la Gran Mentira sigue creciendo y que lo que pretenden los mismos (políticos) que nos llevaron a la ruina es que nos levantemos para volver a hacer lo mismo.
Los políticos, según se demuestra en cada uno de los actos públicos, ni tienen culpa alguna ni piensan aceptar que son unos inútiles redomados, vamos, lo peor de nosotros mismos. Eso sí, los hemos elegido y tenemos que asumir como ciudadanos democráticos que somos que tenemos que cargar con ellos como se carga en una burra la albarda. Por eso a los empresarios quiero decirles que procuren hacer lo contrario de lo que les digan los políticos. Así acertarán.