Hoy hablaré de la querencia que se puede tener a España, engañosos patriotismos aparte.
No me refiero a la querencia de un español por nacimiento o por papeles adquiridos tras años de residencia y cotización; tampoco por saber patear un balón o traer fortunas presuntamente ilícitas. Y aunque el personaje es brasileño, lo suyo es sentir y entrañar a España más que la inmensa mayoría de españoles: sé que en cualquier oposición sobre historia, geografía, leyendas? este hombre de quien les hablo quedaría en los primeros lugares.
Se trata de Márcio Catunda,
un pájaro ciego que, premeditadamente, se extravió por España.
Y aquí recuperó la visión para apreciar lo aparente y lo intuido, para volcar sus sentimientos en unos libros entrañables: loable crónica poética la suya, destacado poner en verso tantos paisajes y gentes, ciudades y poetas. España, la cultura española me refiero, le debe al menos un largo aplauso por su generosidad extrema.
Con las alas de sus versos extiende la fraternidad entre las gentes. Y dice:
"Salí al mundo y la poesía estaba en las calles
y en la cara de todos?"
II
Tengo dedicados sus últimos seis libros de poesía: son más de treinta las obras publicadas por él, incluyendo algunas en prosa visible. Me conmovió leer el retrato que hace de Leopoldito Alas, quien se nos marchó tan joven. Pude conocerlo en 1993, cuando en la Pontificia hicimos el magno homenaje a Gastón Baquero. El joven poeta español vino a Salamanca para celebrar la existencia del grande poeta cubano: nadie pedía a nadie su DNI; menos entre los poetas. Aquí un fragmento del poema "Leopoldo Alas, el visionario", escrito por Márcio:
Enajenado, en soledad con los espejos,
añoraba los ojos que tuvo otrora,
quisiera volver a los jardines de su infancia.
Temblar en el trapecio
era saberse entre la nada y su sombra?
Está en el libro "Laudeator" (Madrid, 2012). ¡Nada menos que 63 poeta españoles del siglo XXI se encuentran retratados líricamente y acopiados en esta hermosa Arca! Anotemos algunos títulos: "Vicente Valero demanda la luz del bosque"; "Pere Gimferrer, el adorador de Venus"; "El tiempo metafórico de Santos Domínguez"; "Andrés Sánchez Robayna, pasajero de la luz"; "De lo que Ángel Campos Pámpano aprendió del aire"; "Utopía de Álvaro García"; "Antonio Lucas indaga sobre la materia del tiempo"; "La fortuna lírica de Francisca Aguirre"; "Antonio Colinas, viajero del tiempo"; "Blanca Andreu consulta los archivos griegos"; "Carlos Murciano en la noche temblorosa"; "Antonio Gamoneda define la existencia"; "Félix Grande en el umbral del sueño"; "Clara Janés en un remanso de frutales"; "Sobre un motivo recurrente en Francisco José Martínez Morán"; "Carlos Marzal lecciona asombros"; "Trayectoria existencial de Joan Margarit"; "César Antonio Molina, devoto de la naturaleza"; "Jaime Siles erige un cenotafio en honor a la poesía"; " Jorge de Arco habla de la férvida esperanza"; "Perfil de José Luis García Martín"; "Juan Antonio González Iglesias y la proclamación de Eros"; Semblanza de Luis Antonio de Villena"; "Juan Carlos Mestre medita sobre la tumba de Keats"; "Las consolaciones de Luis Alberto de Cuenca"; "María Victoria Atencia desciende a los jardines"; "El oficio lírico de María Ángeles Pérez López" o "Las turbadoras ánforas de Pablo García Baena".
Y otros apellidos, para no agotar al lector, que también tienen su respectivo poema: Jiménez, Wolfe, Muñoz, Bonilla, Albero, Gallego, López Vega, Llamazares, Ripoll, Caballero Bonald, Mateos, Aguado, Lostalé, Carnero, Díaz de Castro, Barrero, P. Azaústre, Benítez Reyes, E. García; Sánchez Rosillo; Doncel; Prado, Sabina, Iglesias Serna, A. Luque, A. García, Cabrera, Prada, García Calvo; Trapiello o Bautista.
III
Pero hablemos de España como realidad física (y espiritual: "Ser poeta es un estado del espíritu"): Catunda es un profundo conocedor de buena parte del territorio nacional. En su libro "Paisajes y Leyendas de España (Editorial Manuscritos, Madrid, 2013), tenemos unos indicios más de contundentes: dos poemas a Salamanca (uno al Tormes propiamente: "Tormes de mi soledad, / testimonio de los siglo, / mis pasos buscan tu translúcida orilla?" (p. 36), Murcia, segovias, Mérida, Aranjuez, A Coruña, Cádiz, Zamora, Trujillo, Bilbao, Soria, Cádiz, Valencia, Medina del Campo, Málaga, Burgos, Santiago, Córdoba, Barcelona, Ávila, Cuenca, Valladolid, Tarragona, Ronda, Santander, Granada, Zaragoza? Paro. Me detengo. No son necesarias más pruebas de este Extrañamiento de España.
¿O sí? Y es que hay poemas sobre Miguel Hernández, Santa Teresa, Goya, el ingenioso hidalgo, Góngora, Quevedo, Lorca Cernuda, Fray Luis de Granada, Alberti, Ben Gabirol? hasta uno titulado "La vitoria del catedrático", en torno a la figura del maestro de Salamanca, Fray Luis de León, el traductor del Cantar de los Cantares, eterna referencia de quien pase por Salamanca o se empape de su historia. Luis de León y Unamuno, siempre serán postmodernos, aunque fastidie a quienes van por los patios traseros pregonando moderneces.
IV
Márcio Catunda (Fortaleza, Ceará, 1957) es un vagamundo contumaz: "Camino veloz y sin rumbo / para que el tedio no me acompañe. / Una sed de conocer me desorienta. / Camino hechizado?". Cierto, le digo a este nordestino al que no conozco personalmente, pero al que pareciera conocer desde siempre, desde los ancestros, pues nació en la misma tierra que mi abuelo Pedro Alencar Alencar. Cierto, le digo a este poeta de la generosidad. Y menos mal que se desorienta y luego aparece en Perú, Santo Domingo, Suiza, Portugal o Ghana. Estos buenos años los ha pasado en Madrid, trabajando en la Embajada de Brasil en España.
A principios del año venidero se desorientará de nuevo y aparecerá en Argel.
Y sentirá el mundo árabe, extraerá lo mejor de allí y nos lo ofrecerá en hermosas crónicas poéticas, en versos que añade a su peculiar tesoro.
Los vuelos de este pájaro que ya no está ciego lo llevan más allá de las fronteras físicas: Vuela de Rilke a Li-Po, de All-Hallaj a Leopardi, de Guillén a Basho, de Artaud al hippy de Asís, de Tagore a Goethe, de Saint-John Perse a Horacio, de Kavafis a Darío, de Blake a Juan Ramón, de Mallarmé a Pessoa? Cree en la Ucronía y dice, sin complejos: "Deliro con la visión gloriosa del futuro".
V
Me alegra que varios poeta españoles ya han dejado por impreso sus afectos y gratitudes a Márcio Catunda: Luis Antonio de Villena, Eloy Sánchez Rosillo, Luis Alberto de Cuenca, José Ramón Ripoll o José Manuel Caballero Bonald: "Pienso que se merece usted realmente un homenaje de los poetas españoles por sus muchas atenciones y fidelidades".
Y claro, también ha escrito generosamente sobre él un poeta al que aprecio y admiro fraternalmente, el leonés Juan Carlos Mestre, a quien conocí hace ya tantos años en su pisito de la Plaza Mayor de Madrid, cuando estuvimos con Gonzalo Rojas, nuestro hermano mayor. "No hay palabras que estén a la altura de lo que puedan expresar en lo recíproco hacia tu manera fraterna de estar entre nosotros, uno más ya en la patria luminosa de la poesía española". ¡Magnífico, querido Juan Carlos!
Y más nombres de poetas españoles, en sus libros "Contemplaciones (Vitrubio, Madrid, 2013) o "Días insólitos" (Editorial Manuscrito, Madrid, 2013): Poemas sobre mis buenos amigos Rafael Soler e Hilario Martínez Nebreda, o también sobre José Elgarresta, Francisco Caro, Jaime Alejandre, Federico Leal, Raquel Lanseros, Antonio Machado Sanz, Antonia Ortega, Begoña Montes, José Cereijo, Rosario de la Cueva, Pablo Méndez, Marta López Villar, Eduardo Merino, Verónica Aranda, Carlos D'Ors, Alberto Infante, M. A. Fernández Jordán, Ángel Guinda, o Antonio Daganzo, entre otros con poema propio.
España, sus poetas, deben mucho a este pájaro que ha recuperado la vista, pero que siempre ha sentido y ha palpado. El tacto es mejor que la vista; y más eficaz todavía cuando el corazón está en la mano y nada aplaca el fervor de la sangre: para el poeta mirar no es ver, pues sabe sentir antes y después: siempre?
Reviso los libros, y siguen saliendo gentes amigas de Márcio Catunda, con poemas dedicados: Soledad Martínez, Concepción Reverte, Alicia Gómez Navarro, Antonio Fernández Heliodoro, Esteban Díaz Romero, Nieves Peláez, Diego Valverde Villena, José María Rodríguez. Laura Olalla, José María Prieto, Eduardo Rada, Antonio Nieto, Ana Alejandre, Vanesa Pérez-Sauquillo, Pureza Canelo?
VI
¿Qué tendrá España que atrae y hace propios a los poetas brasileños? Si Sevilla lo fue para Joao Cabral de Melo Neto, Madrid lo es para Márcio Catunda (ahí está su libro "Autobiografía en Madrid", Ángaro, Sevilla, 2012). Pero Madrid es su pequeña casa: sus dominios se extienden a España toda, como hemos apuntado. Sólo conozco otro caso de poeta brasileño que en esto se le acerque: el notable Murilo Mendes (1901-1975), cuyo poemario "Tiempo español", escrito entre 1955 y 1958, fue traducido por Pablo del Barco y publicado hace pocos años por la editorial Almuzara.
Vuela, vuela mucho el poeta que trasciende mezquindades, que hace caso omiso de quienes osan blasfemar su Extranjería: ¿Es más de un terruño sólo aquel que allí es parido? No empecemos con 'jocosidades' propias de nacionalismos trasnochados o mediocres provincianismos.
Márcio Catunda Ferreira Gomes es generoso porque es un hombre bueno. Lo dicen quienes lo conocen. Yo sólo puedo resaltar de dónde le viene esa bondad. En una entrevista concedida a Menezes y Morais y a Jarbas Junior, Catunda lo dice sin vergüenza: "Creo que todo cuanto hacemos de bien proviene de Dios, ya que somos creados por Él".
Así como Saulo de Tarso, ciego en el camino de Damasco, Catunda encontró a Dios y volvió la visión a querer al prójimo más que a sí mismo. Y con Dios vuela o camina tranquilo, como escribe en su libro "Sermones al viento". Copio unos fragmentos en su portugués original, a modo de homenaje:
"Contrito com Deus, busco meu ponto de equilíbrio.
Lanço-me sobre as névoas, com o norte da sua palavra.
? enfrentei os perigos da noite.
Tenho um guia que me conduz aos vales da confianza".
O también, cuando dialoga con sus hermanos en la fe, y poetas, sea San Juan de la Cruz: "Por tu recogimiento arrimado a Dios, / ¡te alabo, preceptor de mis recuerdos!", sea Santa Teresa: "¡Que su confianza haga mercedes en nosotros!".
El apóstol Pablo quiso venir a España, como se constata en Hechos. Pero no hay documentos de que llegara a cumplir su deseo. De Márcio Catunda sí hay varios libros (entre ellos "Luz sobre la historia", publicado en 2011 y con unos cien poemas sobre la historia de España) que certifican si querencia a España.
Márcio Catunda,
otrora un pájaro ciego
y hoy "un sueño humano en busca de luz".