Con frecuencia me pregunto si no habría sido más feliz naciendo sesenta años antes que hace treinta y la razón es sencilla: habría encajado mejor en aquella época que en esta. Sorprende que habiendo nacido en democracia, en una sociedad que teóricamente me ha ofrecido cuanto se puede desear, con todas las oportunidades a mi alcance y en igualdad, yo anhele haber sido producto de otro momento.
Soy consciente del privilegio de la libertad de expresión, de la posibilidad de estudiar para todos, de una mayor igualdad para las mujeres y de otras muchas ventajas evidentes de las que carecieron quienes vivieron en tiempos pasados, pero echo en falta la capacidad de querer cambiar el mundo, de sentir que soy parte de algo más importante que yo misma y mis intereses? Añoro haber vivido en una época en la que el nosotros, los objetivos comunes estaban por delante del yo y lo mío.
La evolución ha sido, es y será siempre positiva y necesaria en muchos aspectos pero no en todos. Vivimos inmersos en un materialismo atroz que nos impide contemplar que el mundo es mucho más grande que nosotros y que los intereses colectivos están por encima de los propios. La música, la televisión, la prensa? son reflejo de la pérdida de valores y sentido de esta sociedad nuestra que está en crisis, no solo económica (que pasará) sino de valores, y esto sí que es grave y me preocupa.
Quiero creer y creo que el cambio es posible y está en nuestras manos, confío en la posibilidad real de educar a los adultos del mañana y ójala seamos capaces de motivarlos para construir un mundo mejor, que ellos tratarán de buscarlo y nosotros hallaremos razones para seguir luchando.