OPINIóN
Actualizado 09/11/2013
Juan Antonio González

Sabemos que en la vejez se va produciendo un continuo y progresivo deterioro del cuerpo y función del anciano, por lo que se afectan las funciones encargadas de lograr su adaptación al medio ambiente y defenderse de los factores  que puedan ser agresivos a su normal funcionalidad, motivando en ocasiones pasar al estado de ANCIANO FRÁGIL.   Es en época invernal cuando se producen mayores variaciones en el entorno de las personas, algunas pueden ser  lesivas. Entre estas, las más frecuentes es el padecimiento de procesos catarrales o gripales, que por si mismo no son graves, pero si pueden motivar descompensaciones de otras posibles patologías que el anciano ya padece con anterioridad y las tiene bien controladas. En otras ocasiones, pueden sufrir complicaciones que ponen en riesgo la salud e incluso, en algunos casos, la vida del anciano. Estas enfermedades son más afines y frecuentes en ésta época invernal en los ancianos que tienen un nivel socioeconómico bajo y viven en situaciones precarias. Por estas razones, la primer medida a realizar es la prevención, esta es, antes de entrar el invierno, vacunarse, preferentemente de gripe, neumonía y en determinados ancianos de tétanos.

Es interesante saber que generalmente el anciano, dentro de su homeotermia, es hipotérmico, es decir, su cuerpo tiene disminuida la capacidad de generar calorías para mantener la temperatura normal del ser humano (entre 35.5 a 36.5º) y por ello la capacidad de adaptarse fácilmente a temperaturas extremas, preferentemente al frío, "no genera suficiente calor corporal interno para combatir las temperaturas bajas o muy bajas del medio ambiente". Esto puede motivar alteraciones en el normal funcionamiento de alguno, o de todos, los sistemas que integran el cuerpo humano. También es frecuente, en el anciano con escasos recursos económicos, tenga disminuido el panículo adiposo, la grasa subcutánea que aísla  del frío exterior las partes principales internas del ser humano y evita pérdidas de calorías.

Es interesante recordar que los centros reguladores de la temperatura del ser humano en el anciano no funcionan perfectamente, se altera la termorregulación, por ello pueden, no ser capaces de identificar la diferencia térmica del cuerpo y de su entorno, y si alcanzan limites importantes, graves,  incluso de congelación, no lo reciben o si lo reconocen, en ocasiones es tarde y puede haber causado ya  daños corporales o funcionales.

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