OPINIóN
Actualizado 06/11/2013
María García

Los problemas de gestión en nuestro Sistema Sanitario son ya muy conocidos,  pero no por ello, menos graves.

La Consejería de Sanidad de Castilla y León, ante sus constantes experimentos de nuevos modelos de gestión, que no han demostrado su utilidad, ha elaborado un borrador, que mediante decreto, implantara  las Nuevas Unidades de Gestión Clínicas en los hospitales  de nuestra Comunidad, argumentando una gestión mas eficiente del Sistema Sanitario que ya funcionan como proyecto piloto en las Unidades de Psiquiatría de Zamora y Cardiología de Valladolid,  con poca información, bastantes problema, supresión de puestos de trabajo y, que no han demostrado mejora en la calidad para los usuarios y los trabajadores.

Estas Unidades le van a otorgar poder absoluto a los Jefes de Servicio, para contratar personal, establecer turnos, compras de material,  eliminación de camas de hospitalización así como,  eliminación de  puestos de trabajo y derechos de los trabajadores como bien denuncian los sindicatos, además de invadir competencias de las Mesas de Negociación Sectorial y General.

Si realmente quieren optimizar los recursos sanitarios, lo primero que deben hacer es poner al frente  profesionales en gestión sanitaria, pues ser enfermera/o o médico/a no garantiza ser buenos gestores, se requiere una preparación especial que no ha sido proporcionada en sus carreras universitarias, buena prueba de ello la tenemos en Salamanca con el agujero económico  de 188 millones de euros detectado por Hacienda y de las que aun no se han depurado responsabilidades, pues nuestros gestores y políticos están mas pendientes de manipular estadísticas y listas de espera que enfrentarse a los problemas y resolverlos.

La gestión de dinero público requiere  de controles, y sus gestores deben ser nombrados por su capacidad gestora y no estar cautivo por los políticos de turno, los intereses de la industria farmacéutica o intereses corporativos.

Todos estos procesos obedecen a un plan perfectamente calculado, donde predominan los intereses privados para ganar dinero a costa de la salud de los ciudadanos, la salud como negocio. La sanidad pública es un pilar básico de nuestro estado de bienestar y es peligroso seguir buscando en la sanidad pública el beneficio económico y aprovecharse de las necesidades de los enfermos de recuperar la salud y pagar cualquier cantidad de dinero para conseguirla.

Nuestro gasto sanitario se ha incrementado, en gran medida, por un uso inadecuado y descontrolado de los recursos, mediante un proceso lento de descalificación de lo público, perfectamente diseñado para justificar y acelerar su privatización, pero hay suficientes demostraciones, tanto en nuestro país como fuera que constatan que el gasto sanitario es mayor cuanto mas privatizada este nuestra sanidad.

Una sanidad pública y universal de calidad, bien gestionada, nos podemos permitir, a pesar de la crisis y, de todos depende que luchemos por mantenerla.

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