OPINIóN
Actualizado 02/11/2013
Aniano Gago

La Junta volvió la semana pasada a la carga contra la despoblación en Castilla y León. Lo hizo a través del consejero de Presidencia, José Antonio de Santiago-Juárez, quien se reunió con el consejero de Gobierno del Principado de Asturias, Guillermo Martínez, para impulsar una estrategia interterritorial ante "el grave problema demográfico" que tienen ambas comunidades autónomas y otras más, como Galicia y Aragón. Las cuatro tienen previsto reunirse en Oviedo en las próximas semanas. Quieren que les haga caso Bruselas a través del Comité de las Regiones ante el desastre que tenemos encima. Sólo Castilla y León y Asturias tienen el 36% de los municipios de España. Eso supone una situación extraordinaria para atajar un problema en el que nuestros queridos políticos vienen dando palos de ciego hace muchísimos años. Porque a la despoblación hay que añadir el envejecimiento, que es la antesala de más despoblación y más acelerada.

La Junta de Castilla y León ya presentó hace dos años la Agenda para la Población, una especie de hoja de ruta que por lo que parece, y por lo que sabemos, no ha sido ninguna panacea. Nadie lo esperaba, ni sus mentores, porque son ya muchos los anteproyectos, los proyectos y los libros blancos que han abordado este asunto tan negro y la realidad, tozuda, es que Castilla y León cada año tiene menos habitantes.

Se vivió un espejismo durante los años en que llegaron muchos inmigrantes, cuando éramos ricos y poderosos ( y gilipolllas), pero la crisis ha vuelto a poner las cosas en su sitio. Es más, siendo precisos, absteniéndonos de la opinión, y dando sólo datos, tenemos que apuntar que desde que gobierna el PP en esta Comunidad, o sea, desde los tiempos de José María Aznar, allá por el año 1987, Castilla y León ha perdido en torno a los 120.000 habitantes, o sea, tanto como los que tienen las capitales de Zamora y Ávila juntas.

Algo no habrá funcionado para que los hechos se impongan al voluntarismo, que es lo que de nuevo intenta la Junta. No digo yo que no se deba intentar algo, y que la Unión Europea debe ayudar a arreglar el problema a largo plazo, pero está claro que la fijación de población en el mundo rural no llegará con más libros blancos, agendas o carpetas azules, sino con creación de empresas, dignificación de la vida agrícola y ganadera, políticas adecuadas en el sector y servicios adecuados.(Veremos que arregla, o estropea más aún, la futura Ley de Ordenación del Territorio).

Visto lo visto, ya sabemos que no todos pueden ser ingenieros en la ciudad, que encima tampoco tienen trabajo, y por tanto, es una buena oportunidad paradescubrir las ventajas del mundo rural, aunque sólo sea la posibilidad de la subsistencia, porque lo otro, lo que pasa en la ciudad, y que va a pasar más, es la pobreza absoluta, la mendicidad y, como réplica, la caridad de la Iglesia, la solidaridad de las instituciones civiles como las ONGs o los bancos de alimentos.

El mundo que hemos hecho, que estamos haciendo, ese mundo que camina a los 7000 millones de habitantes, cada vez es menos rural.¿ Qué van hacer nuestros queridos gobernantes por evitar la despoblación en Castilla y León? ¿ Seguir las políticas semejantes que han hecho desde 1987 y que han generado esos 120.000 habitantes menos?¿ Quién puede creerles si los datosdemuestran su incapacidad?. Eso sí, nos seguirán entreteniendo con reuniones y bancos de pensadores, y agendas, y estrategias, y querrán engordar las cifras con los turistas que pernocten en Castilla y León, pero yo creo, como siempre, que el último apague la luz.

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