OPINIóN
Actualizado 28/10/2013
Fernando Robustillo

Comencemos por el principio. El primer gran desahucio ocurrido en la Humanidad fue por incumplimiento de contrato y Eva y su marido lo pagaron muy caro. He dicho bien, primero fue Eva, pues me tienen que disculpar que no crea en un dios que criase a Adán, a éste le quitara una costilla y con ella fabricara a la mujer. ¡Con lo fácil que hubiera sido alumbrar a ambos por inseminación celestial! Pero dejémoslo como nos lo han contado, que estos líos serían fáciles para un juez Ruz o una jueza Alaya, pero no para un mortal cualquiera.

Dios sabe qué haría Yahvé con la costilla de Adán. No obstante, no dejemos el asunto y vayamos avanzando hacia algo más prosaico, tan prosaico como que nuestros primeros padres fueron unos monos. ¡Qué barbaridad! No, no, volvamos a la lírica y disfrutemos de los impolutos cuadros de Tiziano o Durero que nos reflejan una realidad incuestionable: padres como Dios manda. Por tanto, si queremos saber más hay que buscar una versión en "B", que son las cuentas que contienen toda la verdad. Conocimos a Darwin, especulamos y esperamos hasta el final del siglo pasado, y entonces la irrupción de sesudos estudios dirigidos por el genetista Allan Wilson de la Universidad de Berkeley difunden extrañas teorías que en tiempos de Torquemada le hubieran llevado, si no al infierno de cabeza, al menos a un Guantánamo, o con enchufe a la mismísima Soto del Real. Pues bien, a este eminente científico se le ocurrió afirmar que la primera Eva, de la que todos descendemos, vivió en África hace la friolera de 200.000 años y que por supuesto era negra. Después, al dispersar a sus criaturas por todo el mundo, por evidencias de la evolución y el fenotipo, se convirtió en blanca. Sin embargo, las suspicacias están muy latentes y no sé si señalar lo que algunos decían: "¿No me digas? Me he quedado blanco"; otros: "Yo lo tengo claro: a mí me tocó la negra, seguro". Y los más no hicieron caso a estas investigaciones y con un toque de distinción de los de toda la vida, no entraban a cuestionar "chorradas" y se alienaron con la Eva bíblica de siempre, arquetipo de blanca y guapa. Hasta que surgieron princesas de ébano y sembraron serias dudas sobre la belleza. Ahora, detrás de Machín, cuando "los goya" terminen sus angelitos, comenzarán a pintar la Eva negra, nuestra primera madre.
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