OPINIóN
Actualizado 25/10/2013
Juan Antonio González

La vejez siempre ha sido un tema de preocupación y estudio a lo largo de la historia. En la antigua Grecia se consideraba como una "enfermedad que conducía inexorablemente a la muerte". Más tarde se decía que la vejez era y se producía por la sequedad del cuerpo, a diferencia de lo que ocurre en la infancia y juventud en las que predomina la humedad. Desde entonces son múltiples las definiciones que se han dado a la vejez. Más adelante en la historia, se modificó la teoría etiológica y el concepto de vejez, dejando de ser considerada como una enfermedad y sí ser el resultado de una involución, (que se produce de forma semejante en todos los seres vivientes) derivada de una variación biológica de los sistemas o aparatos que integran al organismo, "debiéndose al deterioro funcional o a la muerte de las células que forman al ser humano". Actividad o actividades que puede(n) ser, por apoptosis (muerte celular programa) o por acción de distintos factores que influyen en su vivencia y normal funcionalidad (tóxicos, enfermedades, infecciones, etc.). Hecho que puede acontecer de forma parcial y afectar a un solo sistema o aparato del ser humano (aparato circulatorio, nervioso, locomotor, etc.) o a todo el cuerpo en general y así ir envejeciendo de manera uniforme.

No quiero finalizar este primer escrito sin exponer mi definición personal del envejecimiento, que considero como "un continuo y progresivo deterioro anatómico y/o funcional de todo el organismo o una parte de él (de uno o varios sistemas), con principal afectación de las funciones psíquicas, neurológicas, inmunológicas y endocrinológicas, por los que disminuye o pierde su capacidad de defensa y adaptación y les hace más vulnerable a padecer una o varias enfermedades, que agravan paulatina y progresivamente su capacidad vital, su valoración y capacidad de independencia personal, bien psíquica o somática, o de ambas".

Hay muchos ancianos que se encuentra somáticamente bien con presencia joven. Otros, tienen buena capacidad funcional. Un tercer grupo de ancianos conservan ambas cualidades. Por el contrario, hay personas jóvenes con importante deterioro morfológico o funcional del organismo (psíquico o somático) o de ambos, mostrando un aspecto envejecido. Por este concepto podemos concluir diciendo "no es lo mismo ser viejo que estar viejo". Debemos procurar ser mayor pero no sentirse anciano.

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