OPINIóN
Actualizado 25/10/2013
Victorino García Calderón

Las mentes "bien pensantes" están escandalizadas por la última sentencia que nos viene de Europa:

"El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha rechazado por un solo voto en contra el recurso del Gobierno español sobre la aplicación de la «doctrina Parot» en el caso de la etarra Inés del Río, de 55 años, que reclama su puesta a en libertad por considerar que se le deben aplicar los criterios legales más favorables en los mecanismos de reducción de penas".

"Las asociaciones de víctimas del terrorismo han anunciado que se movilizarán "con todos los medios" que tengan a su alcance si el Gobierno acata la sentencia de Estrasburgo que tumba la doctrina Parot. "La paciencia tiene un límite", ha declarado Ángeles Pedraza, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), la organización mayoritaria".

"Lamentamos que la balanza del tribunal se haya inclinado más hacia la impunidad de los terroristas que a hacer justicia a las víctimas", ha declarado a la agencia Efe la presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo".

Los demás medios, que son casi todos, de la "derechona" de este país han puesto el grito en el cielo y más arriba por esta sentencia que no hace otra cosa que decirle a la justicia española que acate las normas jurídicas internacionales a las que pertenece y que no se pueden alargar las condenas a la ligera.

Ya sé que alguien estará pensando en este momento que la sentencia es tan fría que no ha tenido en cuanta el "valor cualitativo" de los asesinados por la etarra Inés del Río o por su compañero de formación Henri Parot, que dio nombre al hecho que nos ocupa. Inés, se ha acogido al derecho que le asiste, el tribunal (17 en número) ha fallado con un solo voto en contra a favor de ella y de todos los que se encuentren en sus mismas circunstancias, sean presos de ETA o de cualquier organización o sin ella. Mucho me temo que los tribunales españoles van a volver a incluir el "valor cualitativo" de las víctimas con lo que volveremos a la subjetividad justiciera de interpretar la ley según les parece.

Que no, amigo lector, que no soy de ETA, ni pro etarra, que lo de los asesinatos no va conmigo, no te confundas. Que lo que pasa es que en este país ya casi no creemos en eso que llaman justicia, tenemos demasiados ejemplos, actuales y no tan actuales, para pensar que hay demasiados jueces y legisladores que miran siempre para el mismo lado, que no es otro que el lado del PODER. Que se han olvidado de los de abajo, de los que les mantienen, de los que sufren, incluidos los familiares de las víctimas, no solo de las víctimas de los atentados etarras, sino de todas las víctimas de la violencia de los estados, de los poderosos y de sus representantes, y aquí incluyo, por supuesto, a inmigrantes apaleados hasta la muerte por su condición o abandonados en la soledad del océano, desahuciados que se han suicidado, mujeres víctimas de malos tratos, presos políticos y comunes asesinados antes de ir a la cárcel, dentro de ella, o al salir de ella, hoy, hace treinta, cincuenta o setenta años.

Son muchos los que claman justicia, demasiados. Son muchos, demasiados, los asesinos que nunca pisaron el enlosado de las cárceles de este país, para ellos nunca hubo sentencias europeas, con o sin "valor cualitativo", que restituyeran doctrina alguna. Los periodistas de acá "se la cogen con papel de fumar", se rasgan la vestiduras por sentencias que creen ajenas a la "soberanía española". Ojalá algún día se acabe el papel de fumar, ojalá algún día haya para todos café y este sea de la misma cantidad y calidad para todos, pero visto lo visto y lo escuchado lo que dicen, mucho me temo que no va a ser así, ¿verdad amigo lector?

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