‘Teresa, la jardinera de la luz’ traspasa las fronteras del reino y se acerca a Madrid

Se la conoce como "la andariega", y no sin razón. Siempre decía: "estamos de camino" y a pesar de los numerosos caminos que sus pies marcaron en todos los sentidos, nunca llegó a fundar en la capital del reino, a pesar de las personalidades que allí conocía y la conocían, incluido el mismísimo monarca Felipe II.

Empezó sus fundaciones en ciudades de Castilla, más próximas a su natal, Ávila; si es que antaño, en la época que vivió había algo geográficamente cercano. Pero esto no la arredró. Allí donde había gente, y sobre todo mujeres que la necesitaban, o simplemente la llamada de Dios la encaminaba, dirigía sus pasos sin mirar atrás, o parar en consecuencias.

De la misma forma que la voz se iba corriendo de pueblo en pueblo, o de familia en familia, con respecto a la Reforma que esta mujer llevó a cabo por todos los lugares donde era solicitada, así también 'Teresa, la jardinera de la luz', obra del grupo de la ONCE Lazarillo de Tormes, se presenta allá donde se la solicita.

Y es que el grupo de hermanas carmelitas que defienden los talentos, sabiduría y obras de su madre ante el enviado de la Inquisición que quiere acabar con ella, es ya famoso en muchos más lugares de los que su autor Denis Rafter pretendía llegar con ella. También parecía que sus fundaciones y aledaños serían, con sus iglesias y conventos, los marcos solicitantes de tal obra.

Sin embargo, al igual que en vida de Teresa y con lo que respecta a sus propósitos, estos llegan tan lejos como la voluntad de los que los conocen quieren que llegue. Y es así como la gran cantidad de público que ha disfrutado de esta obra y se ha maravillado con ella, ha querido acercarla a otros puntos de la geografía española, a los que no se había previsto llegar. Mucha gente que por casualidad se cruzó con el montaje en algún punto de sus vacaciones, ha querido llevarla a su lugar de origen.

'Teresa, la jardinera de la luz', ha llegado en la tarde de este sábado 10 de octubre a Las Matas, pedanía de Las Rozas, que en su gran y moderna iglesia parroquial de San José le hizo un hueco en espacio y tiempo, en medio de otras celebraciones en torno al Pilar. El espacio era grande, el tiempo reducido; pero ambos se concentraron en una complicidad que no daba lugar a otra cosa que no fuera la atención expectante de un público sorprendido por lo que allí veía.

A esto se unía la satisfacción de los que insistieron en llevarla al pueblo, por haberla ya visto en otros lugares de Castilla durante el verano. Fue una tarde de confluencias. Las de los que a pesar de conocer lo particular de la obra, volvían a contemplarla como nueva y con mayor deleite; por otro lado la alegría sorprendida de los que se topaban con ella por primera vez.

Y por último, la emoción de este grupo de actores salmantinos que ya han rebasado con su trabajo y esfuerzo las fronteras de Castilla y León para visitar otras comunidades y acercarse también a una capital, la de todos, en la que todos los habitantes del país tienen cabida como le gustaba a Teresa.