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Historias en el entorno del Puente Viejo de Ledesma
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LA MIRADA DE MONETTE GONZÁLEZ

Historias en el entorno del Puente Viejo de Ledesma

Actualizado 09/10/2015
Redacción Ledesma

Este puente, con su ermita al otro lado del río en dirección a Los Mesones, ha tenido y tiene su historia, y un montón de anécdotas

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El Puente Romano de Ledesma, Puente Medieval y, para otros, el Puente Viejo, ya que no está muy clara la cuestión. Hasta nuestras fechas ha sido reconstruido en varias ocasiones, mas que otra cosa, algunos de los ojos que, por distintas circunstancias, fueron cayendo en declive, como por ejemplo el segundo arco bajando de la villa que fue derribado por las tropas Napoleónicas. Este puente, con su Ermita al otro lado del río en dirección a Los Mesones, ha tenido y tiene su historia, y un montón de anécdotas que se han vivido y se viven en su entorno. Lo mas destacable es la subida y la bajada de nuestra Virgen de Carmen, ya que en dicho puente se concentran todos las vecinos de esta villa esos días. Aparte de que hace unos años se tiraban desde allí los fuegos artificiales.

Tambien se acuerda éste que os habla de las batallas que librábamos a pedradas en él, entre los muchachos del Arrabal de Los Mesones con distintos barrios de este pueblo, y que puntería tenían esos muchachos de Los Mesones, ya que en buena medida siempre salíamos algunos con alguna pitera y, por si fuera poco, cuando llegabas a casa nuestras madres te sacudían la pandereta con la zapatilla, y el padre haciendo uso de su correa o cinturón te ponía el culo morado.

Tambien bajábamos hasta la Ermita por las escaleras, ahora recién renovadas, y a continuación había, y hay otras escaleras bastante tortuosas, hasta el Puente, también renovadas ahora. Los mozalbetes optábamos por bajar por el tubo de desagüe bastante empinado, y la mayoría de las veces íbamos a parar a las zarza, y como nos poníamos las manos y la cara de pinchos de esas zarzas. Pues como he dicho antes bajábamos con el cucurucho de pipas, garbanzos salados y chochos para dar buena cuenta de esas chucherías sentados en los bancos de dicha ermita. Claro, eso sí, siempre y cuando ese cucurucho no se hubiera vaciado en el camino. Y allí sentados, entre la algarabía y las discusiones muy acaloradas de las Choas que anidaban debajo de ese puente, nosotros abríamos la ventanilla de la ermita y le rezábamos algo a nuestra Virgen, al mismo tiempo que le pedíamos un deseo. Todo eso, en un sábado o domingo y siempre que nos hubiéramos "ajuntado" con los mozos de Los Mesones.

Bueno amigos, ahora sí que ya se ha vaciado el cucurucho, y esperaremos hasta la próxima para un nuevo relato de los que en Ledesma hay muchos que contar.

Texto y fotos: Monette González

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